"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

20 mayo 2010

Metáforas y decepciones

Las cosas siempre se pueden decir de otro modo,
por más a gusto que quedes al gritar inconformidades
piensa que nadie jamás estará completo a no ser que encuentre,
en esta puta vida,
aquello que más anhele.

Así volar es otra forma de moverse, y tú tienes alas,
yo me dejo las plantas de los pies en el asfalto,
y las rodillas
al tropezar una y otra vez en mis prisas por alcanzarte,
y no mirar al suelo, ni por donde piso, por soñar con verte.

Imagino a pobres chicas coleccionando cartas de amor de cuarto curso en sus cajones,
agarrándose el pecho de dolor cada vez que alguien llora por ellas, y ellas
en cambio,
no sienten nada.

Es curioso el olor a muerte que se le queda a uno con cada paso de página,
que por más duchas se se nos beba el cuerpo no se curan las quemaduras,
y como puros masoquistas que somos, tocamos una y otra vez las llagas
porque son al fin y al cabo pruebas,
de que un día despertábamos y no nos sentíamos solos.

Pero claro, el corazón es de carne,
y como carne viva,
duele.

Vamos borrachos, quizá tú más que yo, y puede que sea por eso,
que pienses que no vas tan mal.
De todos modos, déjame conducir a mí ésta noche,
no prometo que no nos vayamos a estrellar, pero al menos
creo que duraremos algo más de tiempo.

Si al menos conseguimos amanecer vivos, quiero que me sonrías,
así tendré algo a qué agarrarme cuando clave mis entrañas
en el fondo del váter.

Vale, aceptémoslo,
la cagamos desde el principio, ya sabes,
somos así de inútiles, a la par que distantes,
y más lo fuimos cuando ocultábamos verdades en nuestros bolsillos traseros,
y cada vez que te pellizcaba el culo discutíamos,
porque encontrábamos las chinchetas caídas, que unían los folios testigos de nuestras noches,
qué idiotas, tuvimos miedo de intentar clavárnoslas antes.

Así golpeamos nuestros puños contra paredes de hormigón
en gestos contrarios a lo que llevamos por dentro,
y creemos que somos felices en cada trago de esa cerveza
que cada día sabe más a lejía,
en cada calada de ése cigarro
que cada minuto sabe más a tristeza,
en cada mordisco de cada uña, que cada segundo nos recuerda lo malos actores que somos,
lo mal que lo hacemos, como si nuestras manos fuesen de barro.

Qué pena, menuda aspereza,
a pesar de todo sonreímos,
y éso, mi niña,
es lo que nos ha hecho perder la cabeza.

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