"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

29 septiembre 2012

Crónica de Decadentia nº 9: Pobreza

Un hombrecillo de cierto barrio de la ciudad, un día se separó de su familia, fuente económica y afectiva de primer orden. Como no era gran negociador, y en Decadentia la suerte se ha olvidado de sonreir, pronto se vio sumido en la mendicidad, perdido, con la tenue pero aun vigente esperanza de algún día volver con sus seres queridos.

Hoy de nuevo termina el día, y con gran sorpresa advierte que ha conseguido ahorrar lo suficiente para llamar a su familia desde una cabina. Ahogado en euforia, el tipo corrió hacia la más cercana, y se apresuró a meter por la ranurita la ingente cantidad de pequeñas monedas de centavo, no sin errar en algún momento en que su pulso fallaba y la moneda iba a parar al suelo haciendo un frágil e intrascendente sonidito.

[No pasa nada, recógela.]

Por fin hubo insertado todas, e intentó marcar el número de su casa, y digo intentó, porque por desgracia su memoría le dio la espalda, y por más que se esforzaba, no conseguía recordarlo. No, imposible, no se acordaba. El pobre se tiñó de un leve gris, extrajo de la cabina las monedas, y se fue.

Al día siguiente, con ese mismo dinero, se compró un bocadillo.

17 septiembre 2012

Ojalá regreses algún dia

Te dejé en los escombros de un futuro a medio construir,
con esa canción de amor que tanto me suena,
para que la escuches en tus viajes a ninguna parte,
y te acuerdes de mi cuando yo ya,
ni siquiera lo haga de nosotros.

No sé si me recordarás tal como era entonces,
con el corazón a cachos en mil recuerdos ajenos,
ahora apenas puedo respirar si metes tu puño en mi pecho,
menos,
si mientras lo haces, sonríes a otros labios,
y sellas los míos con una lágrima.

Si la canción mantiene el tempo, volveré a descoserme en
nostalgias,
caminaré de nuevo las sendas de la soledad,
y de nuevo volveré a enamorarme con la intensidad de la primera vez,
de algún alma en pena que no de tres centavos por mi felicidad,
y que,
una vez más,
me deje en los escombros de un futuro a medio construir.

Pan y circo

Desde lo alto de mi colina, solo se escucha al viento arañar la noche, la lejana, solitaria risa de las estrellas que luchan por no ser días para otros ojos.

Tantas veces he tenido ante mí la puerta hacia todas las respuestas, 
tantas,
cruzarla me convertiría en un cobarde, un obseso, un desconfiado,
quedarme, en un estúpido, un ignorante, inocente...

Lenta y dolorosa es la ruta hacia el desengaño, y la mayor parte del viaje se pasa sentado,
mientras ahí fuera todo el universo se afana por abandonarle a uno, 
huyendo de las preguntas,
esquivando a toda costa las miradas, 
fluyendo entre los dedos como agua que inevitablemente se irá por el desagüe...

En esos momentos, por pasivo que parezca, por mucho que duela,
sólo cabe esperar,
esperar que la semilla de la mentira devore por dentro al destino,
para que al bajar del tren por fin, 
uno, sinceramente, 
pueda sonreir llorando,
ante el temible rostro de la verdad.