"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

30 agosto 2010

Comer comas

Es todos los gatos del mundo subiéndose al árbol de las oportunidades el limón del gintonic una risa de niño el insecto más valiente un granito de sal en la lengua un mordisco de chocolate muy frío el placer de caerse y no hacerse daño es a veces un grano en el culo una mosca en la frente pero siempre tiene todos los colores del mar en su sonrisa y huele como huelen los prados que no habita nadie en medio de las primaveras es como la bofetada más sonora y también es tropezarse con las propias palabras y no encontrar la llave correcta para abrir esa puerta y es mearse de risa y cagarse de miedo un pasatiempo como otro cualquiera pero más entretenido que la mayoría de ellos es un cubito de hielo recorriendo el interior de sus piernas la sensación más desconocida más extranjera pero más bienvenida es soplarte en la cara cuando más calor hace y resbalarse en la ducha haciendo ése sonido tan característico de piel arrastrándose por la cerámica mojada es un texto entero sin una sola coma porque así de confusa es ella y tanto mensaje transmite y no se calla la muy pesada a veces pero otras nada me gustaría más que oírle hablar de sus cosas esas que nunca me cuenta o que siempre evita o que ya me ha contado pero he sido idiota y no me acuerdo y sé que me usa como si fuese un pañuelo pero yo también tuve un pañuelo y nunca olvidé que lo tuve al fin y al cabo es lo mismo yo creo porque al fin y al cabo yo ya sabía que era de trapo y bueno la función del trapo es esa a veces tengo la sensación de que podría escribir todo un libro sobre ella pero me pongo a ello y sólo deseo que verla para que llene de palabras mis hojas vacías sin usar un bolígrafo a veces la deseo tanto que no quiero el resto de las cosas pero otras me saca de quicio y de verdad le cortaría un pulgar o le daría una hostia o ya sabes todas esas cosas que de verdad nunca haría porque a veces el mejor movimiento es quedarse quieto y ella lo sabe muy bien arropada a mi lado y haciendo como que duerme cuando en realidad me pide a gritos mudos que recorra su espalda con mis dedos y yo lo hago porque la verdad es que encuentro un intenso placer en ello pero se despierta y se que me mira a los ojos aunque la oscuridad sea total y me besa y no parece importarle lo que piense en ese momento y ni siquiera a mi me importa a veces me gustaría hablarle del mismo modo que escribo este texto sin parar a respirar siquiera pero nunca se me dio bien hablar así que escribo despierto como quien habla en sueños saltándome todas las normas del lenguaje porque tratándose de ella se vuelven superfluas y me pasaría horas y horas en este trance eterno confuso que solo yo entiendo porque fui quien lo escribió y tú lector te pasarás largos minutos poniéndole puntos y comas a esto en un trabajo arduo e inútil en realidad ya te darás cuenta de que a veces para hablar de alguien no debes pararte a pensar deberás simplemente rajar y rajar y rajar hasta reventar y repetirse como yo habré repetido mis a veces y mis por ciertos y mis quizases pero al fin y al cabo hablar como yo hablaré de ella quien ahora mismo estará pasando frío o calor en una calle u otra de alguna ciudad que no es la mía y suspirará de cansancio porque lleva mucho tiempo caminando estará yendo al cine a la cancha al bar o a la casa de otro pero lo hará tan feliz como siempre y con el mismo miedo que siento yo cuando la siento lejos y muchas veces me acuerdo de ella cuando como pasteles o golosinas o algo con chocolate o veo las estrellas o escribo o me tumbo es como si me persiguiese en una especie de acoso consentido que las veces me duele y las otras incluso me excita como me excita ella cuando en sueños se me abraza cual koala medio desnuda y medio sincera y yo no me duermo porque no hay quien se duerma con ese cepo atorado en las piernas así que disfruto de cada largo minuto de noche sin mirar el reloj echando de menos el agua y de más el despertador pero eso siempre fue igual nunca me gustó madrugar aunque para ella sea rutina y eso a veces molesta y otras veces despierta curiosidad y me invita a que me duche con ella yo acepto y nos duchamos e incluso en eso no coincidimos parece mentira que seamos capaces de sincerar nuestros cuerpos siendo nuestras mentes tan distintas y a veces no me lo creo y otras tanto que resulta tan obvio y me saben a veces a fresa sus labios aunque nunca me gustó del todo la fresa pero me agrada y ella me llama poeta y yo no sé que llamarla si maga o princesa o dueña de éste pedazo de tela raída que sé que se sonará los mocos en mí antes de besar a otro y sé que me olvidará algún día pero qué coño y esto acabará por matar una parte de mí lo presiento pero bueno siempre fui un poco masoquista es verdad y no me cansaré nunca de darme contra los muros pero llegará el día en que consiga atravesar uno y pueda mirar hacia detrás y señalarla con el dedo para decirle que conseguí lo que con ella jamás pude y parece que la guarde rencor pero no es así porque tras toda esa sangre la quiero tanto como a sus pliegues las palabras que busca decirme pero no encuentra y la arruguita que se le forma bajo su pecho solo para verme y quiero beber más vino con ella hasta el punto que seamos capaz de vomitarnos lo que sentimos pues sólo los borrachos son sinceros en verdad y muchas veces quiero que ella lo sea conmigo porque ya me ha engañado antes y yo también lo he hecho para que mentiros no sé mentir aunque lo intento como tampoco se hacerla feliz y como tampoco ella me lo ha hecho pero bueno cada uno a su pedo seguiremos regalándonos caricias sin importarnos estar bajo la luz de la luna es decir nos la trae floja que no sea bonito mientras estemos ambos en el mismo barco y me gustaría tanto tenerla entera y que me dijese al oído que me necesita que no puede vivir sin mí y todas esas cosas que son mentira hasta en boca de Romeo pero que siempre gusta escuchar como me gustaría beberme un chupito en su ombligo y usar su piel como soporte para mi mejor poesía escribírsela en la espalda y que no fuese capaz de leerla mantenerla en vilo durante días o que se lo pidiese a alguna de sus muchas amigas pero eso implicaría más de una explicación y eso no se si lo haría pero sería divertido ¿no? y que volviese con la lágrima en la mejilla y me diese el capón y el abrazo que tanto me merezco y que tantas veces me ha perdonado y que deje de compararnos con cosas y con personas que no somos nosotros y deje de intentar entendernos que somos difíciles que somos complicados que no hay vuelta de hoja que no encajamos que no y que no y que no hay manera de sentir amor pero sí de sentir los besos es raro es extraño es imposible de llevar a cabo pero allá vamos como pilotos pioneros en lo que muchos otros intentaron y fracasaron allá vamos a donde van los idiotas que no creen en el futuro abrazados con un cariño que no es para el otro quiere que le cuente el día a día de nuestra historia quiere saber lo que pienso en realidad quizá porque busque lo que quiere encontrar en mí quizá porque aun así desee con todas sus fuerzas no necesitar más de lo que pueda darle o quizá por curiosidad o quizá no quiera nada más que quedar bien conmigo y alimentarme con un te quiero cada semana para no oír mis llantos y mis quejas y pueda hacer su vida como quien se hace pajas limpiándose al final de cada sesión y eso es lo que temo y en lo que me embarco y creo que no es que sea mentira sino que es otra forma de verlo es que no sé si quiero o no quiero esto o si la quiero a ella o sólo quiero a mi idea de ella no sé si me quiere o me usa o me quiere y me usa o me usa creyendo quererme o me quiere creyendo que me usa o todo eso a la inversa pero qué mas da si desde el día que dejé de sentirla para empezar a pensarla su risa perdió en música y ganó en matemáticas perdimos la química y ganamos en fórmulas físicas en el físico del otro y yo siempre queriendo volver al pasado y ella siempre rechazando nuestro futuro por lo que venga discusiones y venga enfados y venga lágrimas solas y almohadas hechas un cristo nada más me gustaría que fuéramos mudos de mente y abiertos de corazón para plantarnos frente a frente y complementar nuestras diferencias fundiéndolas en un beso.

A veces me dicen "háblame de ella", y yo respondo "no sé por dónde empezar... ".

27 agosto 2010

Lava Lamp & Music #6 (Lecciones de circo)

Dejó una sonrisa sobre el banco del parque en el que solíamos vernos,
junto a una púa de guitarra y una nota que decía "rasga con ella hasta llegar al hueso".
Fue antes de saber que de verdad tenía manos para ello, y era cierto,
se sentía bien arrancar melodías a un instrumento, y así hice, pensé:
"Ésta tía lo sabía mucho mejor que yo..."

Era como exprimir un círculo en un triángulo,
yo perdía la esencia, y ella se me clavaba hasta las entrañas.

Esperó durante años el abrazo perfecto,
era como un golpe de viento en una tarde de verano, agradable,
como un escalofrío en una bañera caliente, 
se fue dejándome con la promesa de no cambiar nunca,
un ticket de piscina en mi buzón con las palabras:
"la mejor droga contra la tristeza"

Si, era como lanzar un círculo y un triangulo por una cuesta,
yo siempre tropezaba y me quedaba atrás mientras ella fluía y se marchaba lejos.

Cayó en mis brazos como si fuese del cielo,
vestía siempre de colores, como los arcoiris, 
y sus ojos eran negros, como lo era el cielo de noche.
Creo que no volveré a ser como era entonces, pero,
me enseñó que un beso a tiempo, son mil gritos menos,
y unas cuantas sonrisas más.

Y creo que me he dado cuenta justo a tiempo, 
cada nueva aventura me suena un poco a la anterior
y me tiemblan las piernas pensando que podría haber salido bien
que todos soñamos en el fondo lo mismo, con un poquito más,
y un poquito más cerca, por eso recuerda: no te vayas muy lejos.

Fue como el beso que esperaste durante inviernos,
una vida llena de movimiento y de calles vacías,
de risas con eco y de camas desnudas,
supongo que exigí demasiado, y por eso lo perdí todo,
supongo que se fue buscando libertad, y ahora lo entiendo.

Y era como incrustar un triangulo en un circulo,
apreté demasiado fuerte, y lo rompí.

Llegó con una bolsa de golosinas bajo el brazo,
sabía como el azúcar pero susurraba como el mar,
me contó que no podía confiar en ellos, pero podía confiar en mí,
entonces tiró de mis puntos uno por uno, miró mis entrañas,
chistó la lengua y dijo: "Esto tendrá que deshacerse..."

Y se deshizo.

(Influído por la canción: Missy Higgins - Scar)


Tornarse

Voy a dejar de tenerle miedo a los errores, y de planear futuros.
Dejaré de buscar excusas para cambiar los nombres, y de coincidir cuando quiero decir que no lo acepto.
Dejaré de tragarme insultos como analgésicos y de decir lo siento cuando en realidad es un no me arrepiento.
Hoy olvidaré la mentira como quien se olvida del amigo que nunca fue nuestro.
Hoy volveré desnudo a casa y gritaré desde dentro que basta de esconder las ganas, y basta de contener los egos.

Tiraré a la basura la falsa promesa de vivir el momento para vivir la vida entera.
Me quitaré prejuicios de amores eternos y de caricias sinceras, y el mundo será más triste, pero qué coño, será real.
Y prometo que sudaré como antes o más, y me reiré lo mismo o quizá menos, pero bueno, eso siempre fue igual.
Mediré los te quieros antes de lanzarlos, y no sangraré cuando reboten espinas.
Me tornaré sincero desde éste momento, y volveré a las gracias sin gracia, al correr por correr, al hoy no me apetece porque no quiero, y al mañana será otro día, aunque dios no lo quiera.

No callaré verdades obvias por miedo al desastre, es más, buscaré al desastre para decirle a la cara que siento mucho haberle dado la espalda tanto tiempo, que no sé vivir sin él y que quiero que siga siendo mi maestro, que no le cambiaré por alegrías de juguete, ni por sonrisas de cartón.

No lloraré más silencios en soledad, buscaré hombros. Dejaré de reducir mi vida a una sola persona, y buscaré lo que busque más allá de donde no lo encuentre. Hoy juro quemar mi traje de miedo, y mi bufanda de cobardía, juro hacer las preguntas que me corroan aunque no sean discretas, aunque sobre ellas se alcen exclamaciones, aunque despierten muecas o risas, o simplemente no se entiendan.

Hoy no habrá poesía, amigos, habrá verdades.

23 agosto 2010

A falta de nada

Llegas a casa con los pies aún clavados a un suelo de alquitrán, y lo que menos te apetece es sangrar poesías que acaricien las teclas,
no es momento de vomitar, aunque sientas náuseas,
aunque necesites hacerlo no lo haces, porque no hay fuerzas para empujar esas lágrimas, porque te tiemblan las piernas,
y te ríes de ineptitud ante la tristeza, te alegras -¿te alegras?-
también porque sabes que siempre has tenido la opción de presumir de las cicatrices
como si acabases de salir de una guerra -¿qué guerra?-
como si mañana fuese a ser el día en que te reunirás con tus colegas de siempre
-ya sabes, esos que están tan lejos-
para contarles "yo una vez..." con cara de querer que te escuchen, y sin embargo, no lo hacen.

Te retuerces la espalda sobre una silla giratoria y piensas que quizá no es momento de pensar en esas cosas,
-por supuesto, en ella-
piensas que el cansancio no la echa de menos, y en poco te equivocas,
piensas que se te cerrarrán solos los ojos en los próximos diez minutos de película,
y por eso esperas el instante preciso, el momento perfecto, para decir un te quiero que nadie escuche,
que se lo lleve el aire acondicionado, que se diluya en la oscuridad,
en un susurro que casi es silencio,
en un instante que casi es olvido,
en un presente que ahora es pasado,
porque no hay prisa en el fondo, nunca la hubo,
te acaricias el cuello en gestos que tampoco es que sean tuyos, para aliviar tensiones quizá,
para mentirte una vez más, tal vez.

Echas un ojo a ese entorno que es tu alrededor y ves todas las cosas que son tu vida o que al menos lo fueron,
todo lo que eres tú y no está en ti,
-libros, cuadernos, en fin, objetos-
y un pensamiento pirómano cruza tu mente, prendiendo fuego a todos esos recuerdos que, bueno,
ya poco importan, ¿no?
crees que es hora de hacer las maletas para no ir a ninguna parte, y no miras el móvil porque sabes que aún no te ha llamado nadie,
y con esa seguridad levantas tu culo del asiento,
te asomas a la ventana,
lanzas un grito sordo sin siquiera abrir la boca,
más bien cerrando los ojos,
sientes que era lo que necesitabas, quizá una bofetada de aire fresco en toda la cara,
que hiciese volar todos esos pensamientos suicidas, a los que aún les faltan navajas.

Entonces,
te caes en el suelo de tu cama
que ya podría ser cualquier otra.

Y así, todo lo que podría haber sido esa noche se convierte en un golpe seco de tablas de madera en el suelo,
en un severo ronquido rendido al sueño,
en un suspiro que se mueve a escasos metros por segundo,
en un fundido a negro que dice más que todas las palabras calladas
y en un último arrebato de lucidez piensas que quizá
los besos más sinceros del mundo
se los llevan las almohadas.

22 agosto 2010

Dama de hierro

Se desnuda todas las noches pensando en todas las manos que estudiaron su cuerpo, y tiembla de dolor al recordar tanta sombra fría cerrándole los párpados
en un gesto de "no te preocupes, pequeña, todo saldrá bien", y eso es mentira, y ella lo sabe, incluso cuando se miente a si misma con esas palabras que son las suyas a la vez que las de otro.

Recorre pasito a pasito todo un pasillo de relojes de arena y de tic tacs solitarios,
todo un suelo de mármol que la mira desde abajo y le silba piropos a sus tobillos,
se pasa horas y horas en el trayecto de su habitación al baño, porque entiende,
porque ya le ha pasado antes,
que va a derramar lágrimas de mil colores sobre la taza del váter,
tan hermosa que no lo sabe,
tan tierna que se derrite en los labios,
tan frágil que sólo de pensarla se rompa en pedazos.

Tras rutina de llantos toca subir escaleras, con ésa soltura con la que sólo ella lo hace,
sube tarareando melodías que sólo las columnas aprecian,
y sólo ellas pueden oír las escalas que su voz asciende,
sólo ellas sujetan los escalones por los que suben sus piernas.

Yo desde fuera la veo llegar a su balcón,
y allí se mesa el pelo y no mira a nadie,
quizá porque ya sabe lo que es un adiós
quizá porque la compasión es sólo para los cobardes.

Y la miro, la miro radiante y miro,
y veo a la gente lanzándole rosas que rebotan contra sus muros y se amontonan al pié,
ninguna pasa, ni la más osada, y ella no ve -o no quiere ver-
los rostros de ilusiones en vano,
las lágrimas de apoyo vencido,
las cabezas gachas, las decepciones, los llantos,
los puños cerrados,
los ceños fruncidos.

Yo como uno más, lanzo mi rosa desde éste lado del foso,
con la esperanza de llegar al otro lado de la muralla,
para que la dama de hierro que canta en la torre,
en uno de sus paseos la encuentre, y en vez de acordarse de mí,
se acuerde de todos nosotros.

Yo como uno más lanzo mi rosa desde éste lado del foso,
y una vez más, no,
no pasa.

21 agosto 2010

Página nº 18 del cuaderno de Pablo

Adán despertó una mañana cualquiera, y vio por primera vez el rostro de Eva a su lado, aún dormida sobre una cama de césped en mitad del Edén, arropada por una sábana de gotas de rocío que sólo jugaban, jugaban a proyectar todo un mapa de arcoiris sobre sus pechos, sus pechos suyos, y a la vez de ambos. Adán quedó maravillado y necesitó tocar tal milagro, posó su mano sobre esa piel de alabastro finamente tallado, y su mirada sobre el rostro de ese ángel caído del cielo. Al momento, Eva abrió sus ojos, y no recuerdo con exactitud lo que pensaría entonces, pero ésta mañana, cuando te vi amanecer iluminada por el radiante sol de una mañana fresca y despejada, cuando vi tus iris brillando y desperezándose, creando una música solo audible a través de la vista, recuerdo que pensé: "Dios mío, hasta ahora no sabía lo que era el verde".  

20 agosto 2010

De pies a rastras

Ahí va, perseguida por su andar seguro y decidido, como caminan los gatos por las cornisas. De cada huella que deja veo salir un humo oscuro que me resta por cada segundo un trozo más de sus piernas, así que, para no perderla tan pronto, imagino que además de su andar único, y un profundo cabreo que el viento intenta erosionar, también la persigue una línea. Y sí, imagino tras ella una línea, desde mi balcón, desde ahí arriba, desde lejos, y ella no sabe que estoy sufriendo cada metro de distancia que aumenta inevitablemente, no sabe que la observo con las ganas de bajar corriendo en un puño, y no sabe que cualquier excusa me valdrá para llamarla.

Quiero seguirla yo también, a pesar de lo que le debe costar llevar a rastras todas ésas importancias exageradas, y todos esos enfados inconsolables, pero me detengo, pues no verá al niño que sorbe mocos con lágrimas en una mueca de no te vayas, con un cuaderno recién empezado en la mano izquierda, y los tendones del cuello en tensión de rabia e impotencia, ella verá al payaso que destrozó su fin de semana laboral con una patética frase, y que ahora intenta remendar el error en cuestión de segundos caminando a su lado de pies a rastras, como si fuese tan fácil, y ya sé, no es fácil, pero cuando se trata de ella, merece la pena intentarlo, no una, ni dos, sino todas las veces que hagan falta.

Por eso, tras la pausa ética de un duelo interno, bajo al portal de mi casa con sólo las llaves en el bolsillo, un poco de dinero suelto, y la camiseta usada del día anterior, la que me dice que aún se acuerda de ti, que no te ha olvidado, y ya sabes que las camisetas tienen muy mala memoria. Ahí me encontré la línea, y la seguí, como quien sigue el rastro de migas de pan, o de tarta oreo, ésos pequeños pedazos de sabor que no tuvieron la suerte de ir a parar a tu boca.

Entonces giré la esquina, y de nuevo la realidad martilleó mi conciencia cual muro invisible, sin dejarme avanzar, la avalancha de tristeza se me derrumbó por dentro al descubrir, que ni puta la gracia, a partir de ahí, no sabía hacia dónde iba ésa línea. Ya no había línea. Así que volví, de pies a rastras.

A lo que suenan los adioses

Los adioses
suenan casi a mentira incalculada, a autoengaño,
a promesa ahogada en resignación.

Los adioses
suenan a copas rotas de las que jamás bebieron dos personas,
suenan a grillo en oído, son un crepitar de impotencias,
suenan a gritos sordos,
a labios mudos.

Los adioses suenan acaso
como suenan los juegos en que perdemos,
suenan a imposibilidad casi palpable,
suenan a lugar en el que a días tuvo lugar un abrazo
a lugar en el que ahora sólo permanecen vivos los fantasmas del recuerdo,
eternamente abrazándose,
eternamente pasado.

Los adioses suenan a vuelta de cama sin búsqueda,
suenan todas las mañanas, a sonrisas forzadas que quieren enmascarar
-de forma catastrófica- un llanto,
suenan a paladas de tierra a modo de olvido,
con las que cubrimos el cadáver de lo que en su día fuimos.

Los adioses suenan a habitaciones acostumbradas al sexo,
que se lamentan de no poder masturbar su alegría simplemente viendo,
viviendo,
y reviviendo la compañía,
suenan a plato sobre la mesa que hoy comerá sólo,
suenan de dos en dos a modo de pasos, pero ya no de cuatro en cuatro.

Los adioses
son cadenas que pesan en los tobillos,
y suenan a arrastrar de hierro y tristezas,
a bandera blanca en contra del tiempo,
suenan a súplica de reo condenado, y dentro de poco muerto
suenan a fuerte latido que nadie escucha,
suenan a guillotina deslizándose hacia abajo durante dos segundos
escasos,
insuficientes.

Los adioses
son ruidosos y para nada discretos,
causan escándalo y a veces peleas,
los adioses suenan como suenan los besos de los que se despiden,
los adioses suenan como suenan los suspiros de los que añoran,
y entre tanto ruido sólo habita el silencio
frío,
desesperanzador,
doloroso,
de una boca callada,
que ya no tiene a quien regalar palabras.

Los amorosos (Jaime Sabines)

"Los amorosos callan. 
El amor es el silencio más fino, 
el más tembloroso, el más insoportable. 
Los amorosos buscan, 
los amorosos son los que abandonan, 
son los que cambian, los que olvidan. 
Su corazón les dice que nunca han de encontrar, 
no encuentran, buscan.

Los amorosos andan como locos 
porque están solos, solos, solos, 
entregándose, dándose a cada rato, 
llorando porque no salvan al amor. 
Les preocupa el amor. Los amorosos 
viven al día, no pueden hacer más, no saben. 
Siempre se están yendo, 
siempre, hacia alguna parte. 
Esperan, 
no esperan nada, pero esperan. 
Saben que nunca han de encontrar. 
El amor es la prórroga perpetua, 
siempre el paso siguiente, el otro, el otro. 
Los amorosos son los insaciables, 
los que siempre —¡qué bueno!— han de estar solos.

Los amorosos son la hidra del cuento. 
Tienen serpientes en lugar de brazos. 
Las venas del cuello se les hinchan 
también como serpientes para asfixiarlos. 
Los amorosos no pueden dormir 
porque si se duermen se los comen los gusanos.

En la obscuridad abren los ojos 
y les cae en ellos el espanto.

Encuentran alacranes bajo la sábana 
y su cama flota como sobre un lago.

Los amorosos son locos, sólo locos, 
sin Dios y sin diablo.

Los amorosos salen de sus cuevas 
temblorosos, hambrientos, 
a cazar fantasmas. 
Se ríen de las gentes que lo saben todo, 
de las que aman a perpetuidad, verídicamente, 
de las que creen en el amor como en una lámpara de inagotable aceite.

Los amorosos juegan a coger el agua, 
a tatuar el humo, a no irse. 
Juegan el largo, el triste juego del amor. 
Nadie ha de resignarse. 
Dicen que nadie ha de resignarse. 
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.

Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla, 
la muerte les fermenta detrás de los ojos, 
y ellos caminan, lloran hasta la madrugada 
en que trenes y gallos se despiden dolorosamente.

Les llega a veces un olor a tierra recién nacida, 
a mujeres que duermen con la mano en el sexo, complacidas, 
a arroyos de agua tierna y a cocinas.

Los amorosos se ponen a cantar entre labios 
una canción no aprendida. 
Y se van llorando, llorando 
la hermosa vida."
~Jaime Sabines

19 agosto 2010

A veces, sin más, es noche de ceros y comas

"Me da que por una vez en toda la noche, aunque sea dentro de ese inconsciente sonambular,
me darás un beso al fin para decirme que en verdad no estas tan cabreada
pero es que no aguantas el relinchar de limosna con el que a veces
crees que te animo.


No me gusta verte enfadada. 
quiza porque el mundo es más triste así
o tal vez solo me parece a mí, pero con eso me basta."


~Escandar Algeet



A veces, sin más,
me pregunto qué es todo esto de palabras que lo dicen todo,
qué es todo esto de miradas que no dicen nada,
qué es todo este patio de luces, de ruidos de noche, de ventanas a medio abrir y de paisajes llenos de palacios,
y no lo sé, es tan complicado
que tropiezo en tus deslices, y nos caemos ambos,
crecen tus ganas de dejar de verme,
crecen mis miedos ante rechazos inconsolables,
es tan complicado, que creo que
a veces, sin más,
exploto por dentro, me lleno de cortocircuitos,
ardo
como arden los incendios, y tú que eres la bombero que aviva mis sueños,
y mitiga mis pesadillas,
tú que eres ese espacio cálido que ocupa la mitad de mi cama,
que como bombero eres aliada del frío,
pero tu cuerpo ha sido forjado entre llamas,
tú que eres pieza clave, y eres la tranquilidad de la frase bien dicha,
eres la paz de irse a dormir con una sonrisa,
tú que eres la protagonista del libro que dudo que escriba,
no por falta de ganas,
no por falta de rimas,
sino porque no hay suficientes kilómetros cuadrados en el mundo para abarcar tal cantidad de poesía,
tú que hace dos noches me apagabas la luz de los ojos con un dulces sueños,
tú, ahora
no estás ahí
y me dejas arder, y yo me consumo,
y hago lo que hago cada vez que me duelen las manos,
o el corazón,
o cualquier parte de mi cuerpo que te eche de menos, quizá más cuando ando cuesta abajo, guiño,
quizá menos cuando acabamos sin percances, codazo,
escribo
como un loco, o como un poseso,
o como cualquiera de los mil sustantivos que significan te quiero,
escribo cientos de líneas de palabras que no dije en el momento que no hubo,
para que puedas leerlas y entiendas
aunque no compartas,
que estuvieron ahí esperando al acecho,
a que bajases la guardia,
tonto de mí que no sé que tu guardia es de acero,
y no necesitas espadas, porque con un gesto,
siembras cientos de millones de lágrimas,
porque con un beso,
tejes en mi cara la sonrisa más boba, pero más sincera,
escribo y escribo, para que veas,
que ahora mismo, o en cualquier segundo de veinticuatro horas,
puedes convertir éste corazón de trapo en un puñado de hebras deshilachadas,
puedes hacerme llorar hipotéticos océanos sin derramar una lágrima,
-entiéndase no de forma literal, más de forma literaria-
puedes dejarme y abandonarme por una palabra caída de mi boca en mal momento,
o por todas esas inseguridades de las que ni siquiera estás segura,
puedes dejarme, y
a veces, sin más
lo haces, me dejas
ahí como quien se deja un mal sueño en la cuneta
me dejas con la promesa que me hice a mí mismo de sudar por los dos,
me dejas con un coletero en el suelo de mi salón,
me dejas sólo con un adiós en los labios,
y tu ausencia presente en cada rincón,
me dejas, por poco, con un compendio de casualidades y destinos en la estantería,
ni siquiera dedicado, estúpida cabeza mía,
y estúpidas manos,
me dejas, a modo de karma, dos días futuros de mirar el cielo a lágrima viva,
por dos días pasados de intimidad a carcajadas, y sé que en el fondo lo veo justo, pero
a veces, sin más
la justicia no me gusta,
ni me gustan esos despistes en los que caigo sin remedio,
que desencadenan desastres privados,
que parecen no tener arreglo,
que por más que hable, más mierda amontono,
que por más que escriba, más lejos te siento,
y tiene gracia, no ha pasado ni un día
desde que me despedí de tu aroma a vida,
desde que te vi huir del rechinar de dientes que provoca mi sabor ácido,
mis consuelos inútiles
desde que te acompañé a través de diez calles y media,
yo a ti mirándote, caminando a quinientos perdones por segundo,
y tu a mí ignorándome todas esas súplicas, dolida, además de cruel, y a pesar de todo tierna,
y sé que te entiendo, que debería dejarte tranquila,
pero no soporto el sabor de una despedida,
y menos sin un traguito de besos,
no digiero esta cena de abrazos rotos, ni el vino, el tabaco me ha dado la espalda,
y el canuto de antes de dormir quedó en el exilio hace tiempo,
a veces, sin más
pasa
no tengo ganas ni de tener ganas,
te pido perdón ahora, como tantas otras veces, por hablar sólo de lágrimas,
y exagerar la cantidad de todas las cosas, pero es que ahora
pasa
que a unas las veo por todos lados,
y las otras me sobran tanto que las regalo, línea tras línea,
a quien quiera que lea ésta canción con alma de blues, y cuerpo de tango,
pasa que
a veces, sin más
es noche de ceros y comas,
no sé cuándo regresará mi uno para convertirnos en un diez, matrícula de honor de los despistados,
y no sé cuánto durará la pausa,
hasta que oiga la próxima frase que salga de entre tus labios.

15 agosto 2010

Espejo a contraluz

Nunca se lo dirás a nadie, ¿Verdad? Mírate, no eres más que uno más, asustado de significar sólo días de menos en vidas ajenas. Eres patético y dudas, oh sí, dudas aunque ninguna pregunta aparezca en tu mente. Eres incapaz de no completar las historias que no conoces con fragmentos de tu propio miedo, eres incapaz de no inventártelo, y sobre todo eres incapaz de no creértelo. Pasas las horas muertas sembrando miradas en el techo, y ni siquiera eres capaz de cosechar un gramo de tranquilidad. Estas sólo, sólo en un mundo en el que toda realidad gira en tu contra, o al menos de eso te convences. Te sientes constantemente estafado, ignorado, engañado, inocente, ¿Qué diablos te pasa? Eres un muñeco de barro, impasible por fuera, y lleno de hormigas por dentro, porque al más mínimo indicio de guiño con sorna te devoran los celos, ¿No es cierto? A la mínima curva de tu salud te crees muerto y olvidado, a la mínima letra de años atrás se te saltan los puntos de las heridas. No puedes evitarlo, estás enfermo, aprovechas cualquier brecha que de pie a pensar en lo más horrible, y lo piensas, y lo reafirmas, y tú mismo te envuelves en la tela de araña que formas, cada pequeño detalle cuadra en tu puzzle de una forma tan cruel y retorcida que parece cierto, y no sólo eso, ES cierto, te engañan, te mienten, no quieren que conozcas la otra cara de la moneda, pero lo que ellos no saben es que ya la conoces, tu maravillosa intuición es capaz de crear todo un hecho a partir de una sola palabra, oh sí, tienes un don, el don de creerte cualquier cosa que inventes, el don de perseguirte a ti mismo con tus propias paranoias, el don de mentirte, el don de ser un grandísimo gilipollas que no es capaz de confiar en nadie, pero claro, eso nunca se lo dirás a nadie, porque te tomarán por loco, te rechazarán, empezarán a cogerte asco y miedo. Das pena, en serio, ponte otra vez la máscara, y deja de mirarte al espejo.

13 agosto 2010

Cuatro días y hogueras

"A las penas les doy cuatro días, con ellas haré cuatro hogueras"


Me dice poeta, y yo, tras las bambalinas que me dibujan la paz en el rostro, me río, porque no entiende que ella es la musa que sostiene la belleza de toda esta obra,
me río de los actores que se limitan a interpretar su papel mientras que ella es el color de los versos que recitan, y late por mis venas,
y le da vida a este montón de tinta,
ella es la voz que coloca en mi mente éstas letras.

Me dice poeta, y yo le digo maga, aún sin chistera, y sin ases en la manga, 
tan capaz de desinflar pulmones,
tan capaz de fabricar suspiros,
le digo maga, no por que tenga sus trucos
-que por supuesto los tiene-
se lo digo
porque me fascina esa facilidad que tiene para abrir bocas,
y para cerrarme los labios.

Le susurro al oído te escribiría mil poesías en la espalda, y ella dice mi cuerpo es tuyo,
que no es sólo tu cuerpo lo que quiero, princesa de mis noches, 
reina de mis días, le digo,
que quiero todo ese universo que tiene como frontera tu piel y tus palabras,
quiero ese todo que eres tú porque más allá de ti no hay nada,
quiero a la niña que fabrica esas risas,
y quiero a la mujer que se aguanta esas lágrimas,
porque llorar es un acto de rebeldía, y un sinónimo de tristeza,
y ella ni está triste, ni tiene motivo de queja.

Me dice calla, y se frustra,
y la entiendo,
me dice tu eres capaz de hacer llorar a las estrellas mientras te estás riendo,
y yo le digo pequeña,
tú las haces brillar de alegría cada vez que miras al cielo,
que yo seré poeta, si
pero tú eres poesía.

Entonces juega a enfadarse conmigo, y es mentira,
y lo sé, me dice:
Buenas noches, poeta.

Buenas noches, princesa.

09 agosto 2010

Los sueños bucle

Ésto es uno de los mil intentos de pedir auxilio que he llevado a cabo durante ésta infinita mañana. 

Me he despertado a las 8:00 a.m. con la intención de darme una ducha, mear en un bote, e ir al centro médico local a perder un poquito de sangre. Como todas las mañanas desde hace siete días, me duele la cabeza. El caso es que a las 9:00 ya he terminado con la odisea médica, y regreso en bicicleta a casa, a mi cómoda cama, a seguir durmiendo. Es aquí donde empieza todo. 

El primer sueño lo reconocí como sueño nada más entrar en él. Estaba en una estación de autobuses, corriendo a buscar algo, sabe dios qué. Sin más me freno en seco, y me siento paralizado, no puedo moverme, y mi respiración se hace rápida y entrecortada, la ansiedad me persigue incluso dentro de los sueños. 

Despierto. Hay un mapa que nunca había visto a los pies de mi cama, con un montón de líneas y flechas naranjas, y una frase sobre el marco que rezaba: "Proceso de expansión de ******" (entiéndanse los asteriscos como algo que no recuerdo) Intento acercarme para leerlo mejor.

Despierto. Hay un mapa que nunca había visto a los pies de mi cama, son unas islas que en un principio asocié con las islas canarias, pero que posteriormente no asocié con nada, pues ahí había más de cien islas que no conocía, mi hermano se levanta de la cama de al lado y murmura algo.

Despierto. No hay mapa alguno a los pies de mi cama. Ella me llama por teléfono, se lo cojo y me levanto hacia el baño. Allí hay un folio doblado a la mitad, en el cual van apareciendo escritas las palabras que oigo al otro lado del teléfono. De repente aparece por la puerta, y me invita a que la acompañe. Me doy cuenta de que mi jardín no es como lo recordaba.

Despierto. No hay mapa, no hay teléfono que suena ni papel en el que aparecen palabras. Soy un soldado. Mis compañeros me gritan desde fuera para que me de prisa. Me pongo el uniforme pero no encuentro mis botas. Descalzo cruzo la estancia y salgo al jardín. Me mojo la cabeza dentro de la piscina, pero cuando la saco, el agua está llena de sangre. Los helicópteros rugen, los disparos vuelan, me gritan que me dé prisa.

Despierto. Ni mapa, ni teléfono, ni soldado. Me mareo, y dirijo mis pies bamboleantes hacia el cuarto de baño. Me miro al espejo pero me veo lejos, sí, me reflejaba, pero como si el yo del otro lado estuviese en otra parte del baño, tenía que tomar un ángulo extravagante para poder verme la cara. Intento decir algo, pero de mi boca solo sale una especie de mugido vomitivo, como si la tuviese llena de magdalenas, pero sin tener nada. Abro la boca, pero el yo del otro lado del espejo no la abre, me mira extrañado.

Despierto. Empiezo a pensar que me estoy volviendo loco, permanezco en la cama pensando en todo lo que había "soñado" hasta ahora, y temo no estar despierto en este instante. Es todo tan real. Saco un bolígrafo de no sé dónde, y me escribo en la muñeca el número de sueños que había tenido hasta ahora, o al menos que recordaba: Seis.

Despierto. No tengo nada en mi muñeca. Me levanto e intento dirigirme hacia la habitación de mis padres, la cual se encuentra en otro lugar distinto al habitual. Mi padre está tumbado sobre mi madre, boca arriba, como si mi madre fuese la cama. Intento contarles lo que me pasa, pero ellos no se despiertan... Ellos no se despiertan.

Despierto. Mi hermano no está en la cama, mis padres no están en la cama, Me miro las manos, pero no veo nada, soy incorpóreo, yo tampoco estoy.

Despierto. Y esta vez asustado de verdad. Puedo aceptar que hasta ahora he estado soñando, pero empiezo temer que no pueda salir nunca de éste bucle. Me levanto corriendo con la intención de tirarme de cabeza a la piscina del jardín, aunque sea aún por la mañana, aunque sea en gayumbos, corro, corro y corro, pero justo antes de saltar oigo un sonido estridente que se me asemeja a un silbato.

Despierto. Veo a mi hermano retorcido en su cama, hago el esfuerzo de incorporarme. Aún me duele la cabeza, Ahora todo parece normal, nada en mi muñeca, pienso que pude habérmela escrito dentro del sueño, y por eso ahora no encuentro el número. Camino despacio a través del salón, salgo al jardín, el día está nublado, y todo dentro de lo habitual. Antes de que sea tarde, cojo el portátil, y empiezo a escribir...

08 agosto 2010

Un minuto de cualquier pensamiento

...es la octava vez que paso por delante de la puerta de su casa, en lo que lleva de semana, y estamos a Miércoles. Llevo pasando por ese lugar una media de quince veces por semana, durante los últimos siete años, y no recuerdo cuándo fue la última vez que me la encontré saliendo, ni la última intentona barata de hacerlo parecer una casualidad, fue hace tanto...

Podría resumir nuestra historia en breves lineas, diría que ella es como la primera que hubo, ese amor de verano reluciente e infantil en el que la gente deja de creer, pero que siempre está ahí, reapareciendo al azar para recordar aquellos días, diría que fue quien me enseñó a sonreír, y créeme, ésas lecciones no se olvidan. Pero por alguna razón que desconozco, y por lo ciego que era entonces, nuestros caminos se separaron. Yo, como soy de cabeza dura, aún mantengo vivo ése misterio, y...

07 agosto 2010

Muerte con sabor a verano

De repente, el ambiente cobró silencio, los sillones dejaron de hacer el ruido que hacen los sillones, el televisor perdió la voz y la imagen quedó suspendida, las fotografías perdieron su imperceptible movimiento, el recio tic-tac del reloj se tornó mudo y cobarde, el humo del cigarro quedó petrificado en barrocas volutas, y su punta incandescente perdió el calor, cesó el ruido de las luces, la llama de la vela dejó de temblar, y pareció incluso más afilada que de costumbre, los sonidos callejeros se disolvieron en el vacío de todo aquello que no se está viendo, las cuerdas de una guitarra recién rasgueada perdieron el color de la música, y permanecieron ahí, como en pause, como en eterna vibración sin sonido alguno. 

El tiempo y el mundo se tomaron un descanso sin previo aviso, todo inmóvil, todo quieto, en una atmósfera agobiante en la que no existe dinamismo ni vida alguna. Entonces pudo apreciar por un instante la tozuda y egoísta estaticidad de todo cuanto le rodeaba, echó de menos el tenue moverse por moverse de los objetos que no se mueven, echó de menos una melodía melancólica con la que despedirse, echó de menos el poder girarse unos grados hacia la izquierda, para ver de cara el atardecer a través de la ventana, echó de menos su tacto, para sentir las lágrimas que seguro se le resbalaban ansiosas por aplastarse contra la madera, y echó de menos unos labios a los que dedicar un beso, aunque fuese a distancia, aunque no fuese de agrado. 

Faltaban pocos segundos ya, y en uno de ellos el frío invadió su cuerpo, un frío (por qué no decirlo) acogedor, como de miembro dormido. En otro una presión en su cabeza le obligó a cerrar los ojos a esa pacífica imagen de mundo pequeño y desierto, en otro el olor del pelo de ella, sabor a verano, en otro un recuerdo borroso, en el último un último latido, feliz y sonriente, como si otro fuese a acompañarle, se aleja poco a poco del salón, de su casa, de la calle, de sí mismo, fundido a negro... y cero.

06 agosto 2010

Estaciones y lluvias

Es curioso cómo se apartan los segundos para dejar paso a las esperanzas,
y cómo de cada siete días sólo uno es capaz de prometerme futuros inciertos,
como si no supiese de sobra que bebo de ese antídoto contra decepciones,
cuando él no mira,
cuando es viernes,
y las ganas de dormir me persiguen desde el domingo.

Es frustrante ponerse a escribir cuando uno realmente no tiene nada que decir,
se me agolpan las palabras en la boca, tropezando con los dientes,
y caen sobre un teclado empapado de mis dedos, que gritan palabras en silencio, palabras
que no tienen mucho sentido, pienso, pero que como todas ellas, siempre dirán algo.

Por todo esto sé que me miras desde detrás de tus cortinas y tus relojes en hora punta,
tras el humo con el que comienzan los viajes, y los chirridos con los que terminan,
recorres la estación con la mirada buscando unas zapatillas que te suenen,
o un abrigo de colores,
consciente de que es la última vez que te llegará mi brisa, sé que me ves,
ante el gesto de amargura del picabilletes, esa persona,
cuya cara es un mapa de grietas y malas suertes,
y no me giraré para despedirme, porque a mí nunca me agradaron tus lágrimas,
y a ti jamás te gustaron los trenes.

Sé que lo haces porque yo ya miré desde allí una vez, un día
en el que todo regalo fueron unas vías,
un montón de sueños por cumplir,
y un cajón lleno de deseos con espinas, el día
en que aprendí a hacer las maletas, a irme con la mirada elevada, el corazón hundido,
y a dejar atrás todos los charcos
y todas mis lluvias.