"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

19 agosto 2010

A veces, sin más, es noche de ceros y comas

"Me da que por una vez en toda la noche, aunque sea dentro de ese inconsciente sonambular,
me darás un beso al fin para decirme que en verdad no estas tan cabreada
pero es que no aguantas el relinchar de limosna con el que a veces
crees que te animo.


No me gusta verte enfadada. 
quiza porque el mundo es más triste así
o tal vez solo me parece a mí, pero con eso me basta."


~Escandar Algeet



A veces, sin más,
me pregunto qué es todo esto de palabras que lo dicen todo,
qué es todo esto de miradas que no dicen nada,
qué es todo este patio de luces, de ruidos de noche, de ventanas a medio abrir y de paisajes llenos de palacios,
y no lo sé, es tan complicado
que tropiezo en tus deslices, y nos caemos ambos,
crecen tus ganas de dejar de verme,
crecen mis miedos ante rechazos inconsolables,
es tan complicado, que creo que
a veces, sin más,
exploto por dentro, me lleno de cortocircuitos,
ardo
como arden los incendios, y tú que eres la bombero que aviva mis sueños,
y mitiga mis pesadillas,
tú que eres ese espacio cálido que ocupa la mitad de mi cama,
que como bombero eres aliada del frío,
pero tu cuerpo ha sido forjado entre llamas,
tú que eres pieza clave, y eres la tranquilidad de la frase bien dicha,
eres la paz de irse a dormir con una sonrisa,
tú que eres la protagonista del libro que dudo que escriba,
no por falta de ganas,
no por falta de rimas,
sino porque no hay suficientes kilómetros cuadrados en el mundo para abarcar tal cantidad de poesía,
tú que hace dos noches me apagabas la luz de los ojos con un dulces sueños,
tú, ahora
no estás ahí
y me dejas arder, y yo me consumo,
y hago lo que hago cada vez que me duelen las manos,
o el corazón,
o cualquier parte de mi cuerpo que te eche de menos, quizá más cuando ando cuesta abajo, guiño,
quizá menos cuando acabamos sin percances, codazo,
escribo
como un loco, o como un poseso,
o como cualquiera de los mil sustantivos que significan te quiero,
escribo cientos de líneas de palabras que no dije en el momento que no hubo,
para que puedas leerlas y entiendas
aunque no compartas,
que estuvieron ahí esperando al acecho,
a que bajases la guardia,
tonto de mí que no sé que tu guardia es de acero,
y no necesitas espadas, porque con un gesto,
siembras cientos de millones de lágrimas,
porque con un beso,
tejes en mi cara la sonrisa más boba, pero más sincera,
escribo y escribo, para que veas,
que ahora mismo, o en cualquier segundo de veinticuatro horas,
puedes convertir éste corazón de trapo en un puñado de hebras deshilachadas,
puedes hacerme llorar hipotéticos océanos sin derramar una lágrima,
-entiéndase no de forma literal, más de forma literaria-
puedes dejarme y abandonarme por una palabra caída de mi boca en mal momento,
o por todas esas inseguridades de las que ni siquiera estás segura,
puedes dejarme, y
a veces, sin más
lo haces, me dejas
ahí como quien se deja un mal sueño en la cuneta
me dejas con la promesa que me hice a mí mismo de sudar por los dos,
me dejas con un coletero en el suelo de mi salón,
me dejas sólo con un adiós en los labios,
y tu ausencia presente en cada rincón,
me dejas, por poco, con un compendio de casualidades y destinos en la estantería,
ni siquiera dedicado, estúpida cabeza mía,
y estúpidas manos,
me dejas, a modo de karma, dos días futuros de mirar el cielo a lágrima viva,
por dos días pasados de intimidad a carcajadas, y sé que en el fondo lo veo justo, pero
a veces, sin más
la justicia no me gusta,
ni me gustan esos despistes en los que caigo sin remedio,
que desencadenan desastres privados,
que parecen no tener arreglo,
que por más que hable, más mierda amontono,
que por más que escriba, más lejos te siento,
y tiene gracia, no ha pasado ni un día
desde que me despedí de tu aroma a vida,
desde que te vi huir del rechinar de dientes que provoca mi sabor ácido,
mis consuelos inútiles
desde que te acompañé a través de diez calles y media,
yo a ti mirándote, caminando a quinientos perdones por segundo,
y tu a mí ignorándome todas esas súplicas, dolida, además de cruel, y a pesar de todo tierna,
y sé que te entiendo, que debería dejarte tranquila,
pero no soporto el sabor de una despedida,
y menos sin un traguito de besos,
no digiero esta cena de abrazos rotos, ni el vino, el tabaco me ha dado la espalda,
y el canuto de antes de dormir quedó en el exilio hace tiempo,
a veces, sin más
pasa
no tengo ganas ni de tener ganas,
te pido perdón ahora, como tantas otras veces, por hablar sólo de lágrimas,
y exagerar la cantidad de todas las cosas, pero es que ahora
pasa
que a unas las veo por todos lados,
y las otras me sobran tanto que las regalo, línea tras línea,
a quien quiera que lea ésta canción con alma de blues, y cuerpo de tango,
pasa que
a veces, sin más
es noche de ceros y comas,
no sé cuándo regresará mi uno para convertirnos en un diez, matrícula de honor de los despistados,
y no sé cuánto durará la pausa,
hasta que oiga la próxima frase que salga de entre tus labios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario