"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

29 septiembre 2010

Rutina de encuentros fortuitos

Olvida sus compañías cada vez que sus ojos nos anudan las miradas,
por un segundo sea,
por dos,
por los que hagan falta,
noto que tira de mí como nunca fuí capaz de tirar de nadie,
y caigo en la hipnosis de sus retinas, como si de repente el mundo callase.

Sonrisa reina de los hoyuelos, donde esconde pequeños restos de su tristeza,
esa que posee ella, como poseemos todos,
esa que no es sino zumo de corazón y lágrimas que no llegaron al asfalto,
y en su mejilla la marca de un punto de mira de mil besos dados,
todos los que le daría son pocos,
todos los que tengo escasos,
y los que me faltan, demasiados.

Y de nuevo me mira, y la miro,
nos miramos,
y sé que por dentro, en el fondo, explota algo,
fuegos de artificio quizá dudas, quizá deseos, quizá amagos,
girar la cabeza es entonces esfuerzo de marineros,
olvidar ese gancho es esfuerzo de colosos,
y no volver a posar mis ojos en ella
es simplemente,
como intentar no pensar en un elefante blanco.

Yo mantengo en secreto los pocos pasos que nos separan,
porque se que no seré capaz de recorrerlos,
y si desde el otro lado de la mesa me dedica un guiño,
yo, por dentro,
imaginaré que la beso.

28 septiembre 2010

Little two nights ago loathing

Asco es una palabra que inevitablemente cruza cual relámpago en noche tormentosa la mente de aquel que imagina unos labios que no son los que en ese momento besa. Asco, qué poderoso suena en la boca, y cuán amarga sabe su traición, que no es sino como el peor trago de cerveza que más allá de provocar el vómito, genera un posterior cabreo y rechazo, asco, que pulula por cada estría y papila de esa lengua ignorante de todos los juicios a los que en ese momento es sometida, e invita a profundizar en una garganta sedienta de saliva ajena, da igual de quién sea, lujuria, insaciable asco.

Surge la chispa que pone en marcha el resorte del retroceso, y esa chica pregunta "¿Qué pasa?", y uno responde "Nada", y continúa la faena para simplemente no defraudar, pero una vez, y ya no más, que es un beso de mentira, que es de broma. que ni siquiera excita, ni causa la más mínima aceleración del pulso. Aparta, vete, olvida esto, pero nunca dejes que vean todo ese asco saliendo por cada poro, cual sudor invisible, inoloro, insípido, pero presente, doloroso, pegajoso, repugnante. No causa más gana que la de una cama vacía sobre la que echar a dormir los fantasmas, sin nadie, estar sólo nomás.

Y no es uno, sino el asco el que abandona a esa chica apenas mujer que exhibe un bonito corte de mangas mientras su imagen se aleja y se pierde entre las inquietas cabezas de los transeúntes que habitan el bar. Que le jodan, piensa el asco, y no recordará su rostro a la mañana siguiente, porque más bien querrá olvidarlo.

Al despertar, todo lo que uno piensa puede resumirse en un "Y encima sabía a tabaco", o bien en un "Joder, qué asco."

25 septiembre 2010

Sueño de las 5:30

Como una hilera de dientes esperando ser vista, me muestro ante ella con la tensión y la vergüenza de quien sabe que tiró la piedra,
quien sabe que rompió la ventana, y aún así,
da un paso al frente, y con la cabeza baja, desenrolla un par de disculpas sinceras, y le dedica un beso en la mejilla,
inocente, tierno, a sabiendas de todas las tímidas paredes hechas de piedra y argamasa,
aún así transparentes,
y un diente de león nacido entre tequieros va, y simplemente, las sobrepasa,
que no las rompe,
porque romper siempre fue cruel y ella es de esas que guardan sus lágrimas en un bote, porque saben que algún día de verdad le harán falta,
porque tras esa cara de niña, mente de piedra, hay de cristal un alma que nunca fue amiga de los golpes,
y yo, si pudiese,
sería casco y rodilleras,
cuando tuviese que lanzarse cuesta abajo, o se cayese,
cuando dejase de tenerle miedo a las alturas,
y a las laderas,
y a compartir un silencio,
y a regalarnos una mirada,
a negarnos un rechazo,
a pedirnos una mano,
a tomarnos una vida,
a robarnos un beso,
a tirarnos,
a bebernos,
y entre carcajadas como lluvias y palabras como barrotes me dijese:
pase lo que pase, Diego, pase lo que pase,
aunque el camino aún sea largo,
aunque nos separe el tiempo.
siempre podrás encontrarme,
encontrarnos,
en la mochila de tus recuerdos.

22 septiembre 2010

Desierto apenas garganta

Los poemas que dibujaste en mi espalda no saben por qué,
y sin embargo,
y sin querer,
echan de menos el vuelo de falda, batir de alas de tus pestañas,
así que las lágrimas caen como si no existiese otra lluvia,
como gritándole al suelo que se atreva a subir a por ellas,
allá donde las nubes naufragan, donde los vientos susurran
suspiran baladas heladas de cuerdas rotas de otras guitarras,
cospiran traiciones en contra de cientos de miles de rabias en caras.

Los poemas que dibujaste en mi espalda no saben por qué,
pero se callan,
pero se borran,
y arañan mi piel con todas las ganas de marcarse de nuevo,
forjando cicatrices que sólamente se puedan ver desde dentro,
desaparecen cada vez que me lavo la cara, cada vez que bebo,
y golpean con fuerza cada vez que recuerdo, cada vez que miento,
pidiendo auxilios con la fuerza de una pasión hecha de fuego,
siempre en silencio,
como un baile sin música, como leer sentimientos en bruto, como sin tiempo,
como si ni por el más efímero de los asomos fuese cierto,
se tapan la boca, gritando hacia dentro,
se deshacen en llantos,
lo sé, lo veo,
me lo demuestro en cada letra,
en cada texto,
y es verdad,
voy cayendo,
y puede que mis últimas palabras,
sin tener en cuenta lo que me haga decir el tiempo después de eso,
sean sin más,
y sin menos:

Espero volver a vernos.

Los poemas que dibujaste en mi espalda, no saben por qué,
pero lloran,
mientras bajan los grados,
y sube el invierno.


18 septiembre 2010

Desimprovisación de las confesiones

Así que eres tú,
la misteriosa ladrona que me roba los sueños y la cordura,
has de saber
que cada vez que te apropias de mis pensamientos,
me regalas un deseo más de tenerte,
y así no llegaremos a ninguna parte.

Por eso quiero proponete un trato:
bésame,
y así los dos ganaremos algo,
yo rozaré el cielo por un instante
con las yemas de mis dedos,
y tú darás el gran golpe,
llevándote la posesión más preciada,
que guardo a buen recaudo
en mi pecho.

17 septiembre 2010

Melocotón del jueves

He de dejar de hacer esas promesas que a veces sólo yo oigo,
la de borrarle con un beso la línea de los ojos,
porque no hay pintura de ningún color capaz de olvidarse de esa curva,
de esa carretera por la que viajan toda clase de brillos y convencimientos,
cazasueños de las miradas,
infierno de los poetas, donde ningún verso que escriban medirá lo mismo que sus pestañas
jaula de los impacientes, en la que cae de vez en cuando algún alma perdida cual gota de rocío,
veo normal en el fondo quedarme callado a su lado, no responder coherentemente,
cuando ella me besa
mi sentido se pone a bailar la danza de las desimportancias,
se embriaga del sabor de su saliva,
y pide a gritos silencio para prestar atencion a la belleza,
me pregunto: ¿Dónde habrán ido las palabras que iba a regalarle cuando la viera?
De seguro se habrán quedado entre sus sábanas, o volaron hacia el cielo de su boca.

He de dejar de hacer esas promesas que a veces sólo yo oigo,
la de borrarle con un beso la línea de los ojos,
que se pinta con toda la paciencia del mundo, porque va a comérselo,
esta noche ruborizará al suelo, que no podrá evitar mirar debajo de su falda,
esta noche será un chute de vida para todo el que la vea,
bailará con otro y no conmigo y dará pié a lujurias de mil colores y a deseos,
hoy será la mejor noche para muchos,
para mí será una mirada atrás y una evaluación de los sentimientos,
y para ella será una risa más en cualquier local de Salamanca, rutina,
me pregunta
¿Por qué no dices nada?
Y cómo quiere que diga algo, si tiene embelesada hasta la más rebuscada de mis palabras,
que sé que el silencio es incómodo, pero toda palabra será equivocada, antes que decir algo mal, mejor no decir nada.

Siento como que le pica el desconocer gran parte de mis días, y evito pensar en amor, siempre fué un niño mentiroso.

Siento el pequeño rechazo en sus ojos, y el abrumador deseo en sus labios, no se de verdad, a cual de los dos hacer caso.

Siento un no continuo en voz baja, y cientos de síes que hacen tanto ruido que asustan.

Siento miedo cuando parece que no la escucho, y orgullo cuando le arranco una carcajada.

Siento el dolor de huir de la esperanza trepando por clavos ardiendo.

Y también
lo siento.

14 septiembre 2010

Agorafobia

No llores, pequeña, abre los ojos y espanta tus miedos, te acostumbrarás a la luz.


La calle muchas veces es una cárcel donde el resto de las personas son compañeros de celda, y los semáforos son acaso barrotes cuando están en rojo, acaso oportunidades de huir del castigo de las masas cuando están en verde. "En la cárcel se han escrito buenos libros" me digo siempre al cruzar la puerta de casa, mientras tejo una compleja indiferencia con la que protegerme de la locura de un "ahí fuera" que muchas veces es "ahí dentro", el mundo de los presos, cuyo delito común ya no es sólo que existan, sino cómo existen. Ahí fuera -o ahí dentro- todos somos virus con zapatos, parásitos con cartera. Hay momentos en los que de verdad creo que el simple hecho de caminar es aprendizaje y penitencia, lección de continua moraleja, una enseñanza que recula al ritmo de los pasos, a un puñado de fotogramas por segundo, donde cada uno de ellos es una palabra que eleva todo un edificio de opiniones y juicios involuntarios, inevitables, que suelen -no digo que siempre, pero suelen- derribar los de otros. Como en la cárcel, aquí también hay peleas.

Veo a un grupo de señoras dirigiéndose cabizbajas hacia el interior de la iglesia y pienso: ¡Bien! ¡No tienen razón, yo sí, ellas no! Al igual que el resto de la gente lidio en soledad con la existencia, nadie me conoce mejor que yo, y ni siquiera puedo presumir de conocerme del todo. Estoy yo por un lado, y el resto del mundo por otro. Ni quiero ni necesito un intermediario, no va conmigo, y menos si forma parte de aquellos que creen en un Dios que todo lo perdona y a su vez excluyen y juzgan con mano de hierro a todo aquél que elige no tragarse el cuento. ¿No es absurdo? Cree o muere, sobre esos dos ladrillos se construyó el cristianismo, gracias Dios misericordioso por todas esas opciones. Raoul Duke no tenía tanta razón, en verdad los nazis ganaron la guerra, dejaron al mundo ciego y ciegos nos hemos quedado. Ganaron la guerra moral, sembraron el mundo de un egoísmo que se heredó entre los privilegiados, y los desdichados cosechan todo aquello que ellos se comen...

El señor Estados Unidos enseña una pistola al señor Irak y le dice "¡Hey, por cien dólares podrás proteger a tu pueblo!". El señor Irak lo ve bien y le compra el arma a su extraño amigo, pero en el momento que la coge recibe un disparo suyo, y lo último que oye son las excusas del señor Estados Unidos diciendo: "¿Lo vieron? ¡Tenía un arma!".

...La guerra fría terminó en suspiros de alivio al cesar las amenazas nucleares entre las dos potencias mundiales más grandes de aquel tiempo. Ahora todo parece seguro y tranquilo, ¿pues saben qué? alrededor de veinticinco países hoy día poseen armamento nuclear, la cosa es veinticinco veces peor. Pero todos sonreímos y decimos "¡Hey, si no hay peligro!", y probablemente quienes más sonrían sean esas ancianas que entran a la iglesia y seguro pensarán "Jódanse, imbéciles, yo ya viví suficiente, ustedes vivirán el fin del mundo, no yo.". Va a explotar, eso es lo que creo. Los derechos no existen, y si no existen, no los tenemos. Nos dieron a elegir entre el miedo y el amor, entre la paz y el egoísmo, y ya hemos hecho nuestra puta elección, ya no hay vuelta ni arreglo, y estamos encerrados. El mundo es la cárcel, el gran campo de concentración, y no somos más que almas en pena temblorosas y tristes, esperando ver el estereotipado humo verde surgiendo de los techos de nuestras acogedoras casitas, o el sonido del gas saliendo de las alcantarillas, que quizá hayamos confundido con el sonido de los misiles cayendo del cielo. Estamos esperando algo, sí, muchos no saben qué, y lo que esperamos no es más que el final, el grito que nos saque del letargo, la sangre en mano que ahora sólo hace presencia en nuestra imaginación. Sabemos que pasará, pero no sabemos cuándo, y yo sigo riéndome de aquellos que buscan la ética y lo correcto. 

¿Cuándo nos volvimos así de hipócritas?, sabéis tan bien como yo que no tiraréis vuestro dinero por el retrete, decid NO a drogas inocuas libres de impuestos, pero emborrachaos hasta rozar el coma, e hinchaos a tabaco hasta sufrir un derrame cerebral, dadles dinero creyendo que se lo merecen por hacer de éste mundo un lugar más sencillo, que no es sencillo, sólo sois idiotas que viven con la tranquilidad de los borregos de un rebaño a las puertas de un matadero, comprad discos en vez de escuchar música, mirad la pantalla del televisor en lugar de la ventana, y sobre todo id todos los domingos a la iglesia, que Dios os estará esperando para convenceros de que no pasa nada, de que un pedazo de pan y un trago de vino os pueden salvar del mundo. Nos creemos inmortales, y todos los días morimos.

Sigo caminando, hay gente aquí fuera -o aquí dentro- que de verdad cree que África es un país, que pensar no sirve de nada, que el arte es de cualquiera, que un iPod les hará más felices, que un polvo es un trofeo, y que la tierra que pisan es suya. Aquí fuera hay preadolescentes que se suicidan, hay mujeres obligadas a parir, y hay ancianos olvidados en las aceras. Aquí dentro hay gente que de verdad no conoce el significado de palabras como antología, consecuencia, efímero y decisión. ¿Cómo llegarán a entender entonces que la vida es una antología de instantes efímeros que no son más que las consecuencias de nuestras decisiones? ¿Morirán sin saber eso? ¿No es un poco triste? 

Hay gente ahí fuera cuya felicidad reside en un fajo de billetes, y yo digo: "Adelante, a ver qué tan lejos llegas antes de tropezarte por enésima vez con la primera piedra, yo me sentaré aquí a ver cómo, una vez más, te abres la cabeza.".

12 septiembre 2010

Que sólo eres eso, poeta

Deja de quererme,
que sólo eres eso,
poeta.

Aquél que recorre campos enteros sembrados de preguntas
inventando respuestas,
cristal de truenos y luces de alba que nadie escucha,
inventarás palabras colocando mi nombre sobre ellas
y no será suficiente, qué no entiendes,
que no es tu voz la que encuentro cuando busco un sueño en un poema,
que no es tu calor temperatura perfecta para mis inviernos,
que no son tus labios los que veo cuando imagino el beso más tierno,
no te darás por vencido porque sabes que no has llegado a donde creas está tu destino,
amarás mi piel y harás de ella tu santuario,
morirás por mis ojos y llorarás todos mis llantos
me darás tu vida a cambio de un puñado de pocas confianzas,
tu alma a cambio de dos o tres promesas que no durarán ni un día,
derribarás mil cruces y rechazos esperando enterrar tu miedo,
que no desaparecerá,
que no está muerto,
que volverán a clavarse en tu pecho,
poeta,
que sólo eres eso,
un regalador de sonrisas y un recolector de miradas,
date un papel y te saldrán alas,
echa a volar y no podré seguirte,
que sólo sigo pasos, poeta, no estrellas,
que cuando me cantas cuánto me amas sólo oigo grillos, y no campanas
que se entender, pero no hablar tu idioma
que aprecio, pero no comparto esas ganas
que puedo regalarte un beso, pero no te daría mi alma,
que puedo gemir contigo, pero siempre buscaré otras sábanas,
que estás solo,
poeta,
ya lo viste,
que no seré feliz contigo, y eso a ti te hará triste,
y qué coño, me dirás que siempre lo fuiste,
que siempre entendiste que no llegaría a necesitarte,
que nunca me echarás en cara que no quiera verte,
vete, poeta,
pues es algo que no sabría explicarte,
vete allá donde tus alas te lleven, sé libre, sé fuerte,
sé lo que quiere ser todo amante, y sé el sueño de toda dama,
que ni los ángeles puedan robarte besos,
que seas tú quien se los regale,
vete a donde quiera que vallan los suspiros,
pues sólo eres eso, un poeta,
que mata de amor creyendo amar,
y de amar no sabe nada,
vete, pues no te merecen,
por más que lances te quieros como si de aviones de papel se tratasen.

Crees ser realidad de todos,
y deseo de nadie,
y te equivocas, poeta,
eres deseo de todos, pero por desgracia,
realidad de nadie.

10 septiembre 2010

Baco caníbal


Las melodías callejeras más espantosas sonaban esa noche en la calle más sucia de Salamanca. Se podía ver a los jóvenes sedientos de alcohol, gritándose espuma de cerveza de un lado a otro de la calle, como si nadie les hiciese caso, como si el suelo de ésa callejuela fuese de vertedero, caminar por ahí era pegajoso y las paredes olían a rancio de mil vómitos, y al alma olvidada de todas esas pintadas que pretendían estar ahi para recordarnos que el pasado no muere mientras tengamos memoria. Nadie se fija en ellas. ¿Qué fue del espíritu de lucha de los jóvenes que sembraban sueños de libertad en los muros que fueron construidos para encerrarlos? Si creyese en algún dios le rogaría porque salvase eso, esa pequeña parte del mundo que nos promete futuros posibles, futuros mejores.
Y la risas, las risas sin ganas de la gente corrompida por las drogas, de todo menos sangre en las venas, bamboleando sus piernas en nudos imposibles de deshacer, cayendo en charcos de un líquido negruzco del que no quiero aventurarme a averiguar su composición. El zumbido en mis oídos hace mella en mi conciencia, interrumpe mi capacidad de pensar correctamente, y sé que todo lo que está alrededor es una mierda, pero no alcanzo a averiguar por qué.
Quizá sean todos esos besos regalados como si fuesen saludos, todos esos morros juntos en gestos que no se merecen ser mancillados de esa forma. Y pensar que demuestran su amor de la misma forma que matan su lujuria. ¿Cómo harán cuando deje de tener misterio y sentido el sabor de otra boca? ¿De donde sacarán la fuerza suficiente para comprender que han llegado al límite, que su cuerpo no dispone de más lenguaje, que se ha gastado la pasión y el deseo, que ya no les queda nada, porque vendieron su amor a seis euros la copa? ¿Qué se les pasará mañana por la cabeza, cuando la levanten como si fuese una piedra, dolor, resaca, y quizá alguna arcada hagan acto de presencia, y la voz rota surja desde lo más hondo de la garganta para emitir únicamente un quejido que sólo las paredes escucharán? Estarán solos, y no podrán remediarlo. Estarán jodidos, despues de habernos jodido. Todos los labios serán los mismos, en un mundo que es una nevera vacía, abierta, porque buscan comida, y ya no, no la hay. Pero bueno, que continúe la fiesta.
Alguien dice: "Tío, prueba ésto", y a los pocos segundos entiendes que ésas tres palabras cargadas de incitación han salido de tu boca, y se dirigen en una irregular trayectoria hacia los oídos del pobre diablo que tienes delante, una persona a la que has conocido dos metros atrás, y con la que te diriges al primer bar que encontréis abierto. Va tan ciego que ya no es él, tanto que acepta tu oferta indiferentemente, sin siquiera preguntar qué mierda le estés haciendo meterse dentro, quizá eso sea lo divertido, quizá en un instante de lucidez haya pensado: "si a él no le ha matado, a mi tampoco", y no necesite más argumento.
Sé que me dijo su nombre, pero hace tantos segundos ya que lo he olvidado, de todas maneras es información inútil, no me sirve de nada, dejemos sitio para cosas más importantes, como dónde ubicar el pie en el próximo paso. Unas chicas se acercan dando tumbos, una de ellas cae de la acera sobre un puñado de cristales de alguna litrona de cerveza que cualquier punki tiró. Todo lo que hace es reirse. Viva ésta bacanal, éste baile de disfraces y máscaras en los que no nos vemos las caras ni nos miramos a los ojos, y aun así nos regalamos las manos en caricias y gestos contrarios a lo que sentimos, si es que sentimos algo, que ya lo dudo.
Echo una última mirada a ésto, lo que muchos entienden por el paraíso dentro del infierno, y cruzo la puerta del último local que me acogerá ésta noche. Mañana será otro día.

06 septiembre 2010

Listado de veintitrés obviedades y verdades relativas

  1. El ahora es algo que no acaba nunca.
  2. El mañana es algo que nunca llega.
  3. El ayer es algo que nunca vuelve.
  4. Un día más es un día menos.
  5. La inspiración llega cuando no se busca.
  6. Sabes que lo comprendes cuando causa en ti un escalofrío de empatía.
  7. Siempre parecerá difícil de hacer, incluso si ya está hecho.
  8. El color más hermoso es la tristeza.
  9. La sal en pocas dosis sabe rica.
  10. Todos somos masoquistas, nos rascamos donde nos pica.
  11. La sociedad considera que una droga es mala cuando no está atada a impuestos.
  12. Sólo existe una dirección: Hacia.
  13. Las ideas son hogueras en las que se queman el resto de las ocurrencias.
  14. Dolor es una palabra que sólo se comprende en un estado alterado de conciencia.
  15. La gente dice "entender" cuando en realidad quiere decir "compartir".
  16. Amor y obsesión son dos territorios colindantes separados por una línea imaginaria.
  17. Sólo se puede salir de un bucle por medio de una bofetada.
  18. Un buen uso de la violencia arregla lo que un mal uso de las palabras tergiversa, y no a la inversa.
  19. El universo se desarrolla correctamente.
  20. Belleza es un mensaje que se transmite unidireccionalmente del objeto al sujeto.
  21. Nunca se aprende nada en cabeza ajena.
  22. Reír cuando estás triste es igual que conducir cuando estás borracho.
  23. Los recuerdos nos permiten viajar hacia atrás, y los deseos nos permiten viajar hacia delante.

03 septiembre 2010

Los hipocondríacos también enferman

De pequeño pensaba que los hipocondríacos debían de pasarlo fatal, ya saben, debe de ser horrible pensar en todo momento que padeces de una grave enfermedad, que estás muriendo inevitablemente de algo que no sabes con certeza qué es, y que todo el mundo ignore tus gritos de auxilio, incluso tu familia y tus médicos. Creía que quienes padeciesen ésa clase de locura vivían en un auténtico infierno en la tierra, y me autoconvencía de que yo no iba a ser así, nunca me dejaría vencer por tal pánico. Cuando era pequeño me alejaba de ese fenómeno como algo ajeno y extraño, que no entendía cómo podía tener lugar. No me creía que algo así existiese, cuando era pequeño.

Hoy es el trigésimo tercer día consecutivo que despierto con un molesto dolor de cabeza y lo primero que hago al levantarme es ir al cuarto de baño, mirarme al espejo y agitar la cabeza para afirmar el dolor, para notarlo como real y no conformarme con las leves punzadas que incluso podrían ser imaginarias, para poder decir: "Sigue ahí.", con total seguridad. Llevo como un mes decepcionándome a mí mismo en ésta situación, despertándome con la ilusión de creer que ha desaparecido y sin embargo sigue ahí. Tras ésto, no tardo en llevarme los dedos al cuello, para palparme los ganglios que noto inflamados desde hace unos días, para de nuevo, confirmar que siguen hinchados, y me duelen, sobre todo el de detrás de la oreja izquierda, el de delante de la oreja derecha, el del lado derecho de la garganta, y uno en el costado izquierdo, dos costillas por debajo del pezón. Vuelvo a mirarme al espejo y me llamo idiota varias veces en silencio, me digo a mi mismo que no me pasa nada, falseo unas cuantas sonrisas y sin más preámbulos me introduzco en la ducha. 

Mientras noto el agua caliente resbalar por mi cuerpo, no puedo dejar de pensar en ésas dos sensaciones que en este momento me atosigan. 

Primero el dolor en la cabeza, ataca desde cualquier lado. Me preguntan en qué parte de la cabeza me duele, y yo no sé qué responder, pues cuando creo notarlas en la nuca, me doy cuenta de que en realidad me duele más por los lados, y cuando me llevo las manos ahí, el dolor pasa a la frente, para después viajar hacia arriba. A veces es como si tuviese una piedra en el cráneo, que golpease aquí y allá con cada movimiento. Otras es como si un par de brocas taladrasen mis sienes. Otras es como si se me durmiese el cuero cabelludo. Otras como si acabasen de darme un puñetazo en la nariz. Intento resistir las ganas de masajearme la coronilla, de darme golpes con los nudillos, de clavarme los dedos en los ojos, pero a veces  esas ganas pueden conmigo, y más de una vez me han mirado de forma extraña al ver que me autoflagelo con golpes y torcimientos de cuello, si tan sólo me entendiesen.

Segundo la presión el cuello, no visiblemente hinchado, pero la sensación es como de asfixia, como si tuviese una mano enorme apretándome el cuello de forma leve, dejándome respirar, pero igualmente presionando, e igualmente molesto. A veces creo que desaparece, pero en el momento que menos me lo espero, ésa mano de gigante vuelve a intentar ahorcarme con su débil pero incesante fuerza. Y tampoco puedo resistir el toquetearme la garganta, simplemente no puedo, es superior a mí. Odio esta sensación, de verdad la odio.

Termino de ducharme, y me arropo con la toalla. Estoy secándome las piernas cuando regresan a mí los pensamientos nocturnos, ésos que por la mañana parecen estúpidos, pero que por la noche son más sugestivos que la mejor novela de terror. De noche el camino hacia el sueño lo hago completamente alerta, cualquier punzada o tirón muscular genera una reacción mental que me invita a escoger entre una serie de macabras hipótesis creadas previamente por mí y mi autopremiada capacidad deductiva. Cada sensación negativa genera un sentimiento aún más negativo: miedo, confusión, dolor imaginario, y un largo etcétera. Es el peor de los bucles en el que se pueda entrar. Tras unas horas de sufrimiento sordo, el sueño acaba por vencerme, pero incluso dentro de mi subconsciente la paranoia hace presencia, regalándome sueños que parecen durar días (sí, he tenido un sueño en el que iba andando desde Salamanca hasta mi pueblo, en Cáceres, y otro en el que hacía un viaje a china, y recuerdo cada instante dentro de ellos), y con una nitidez que nunca antes había experimentado. 

Despertar se ha convertido en lo más valiente que hago a lo largo del día, y de lo que más me enorgullezco. Digo ésto porque últimamente actúo como un cobarde, dejándome llevar por el pánico. Anoche mismo me planté en la consulta de urgencias acompañado de nadie, sólo para confirmar que no me estaba inventando todas éstas sensaciones. Ahora lo pienso y la verdad es que fui un estúpido presentándome allí sin decirle nada a mi familia, pero claro, ellos tarde o temprano se enteraron, porque es lo que pasa en los pueblos, que no existe la intimidad, es un concepto nulo. Los dos pensamientos que me impulsaron a cometer tal acto de pánico fueron:

-Necesito una opinión objetiva y una exploración medica.
-Ahora mismo no tendrán nada mejor que hacer.

Incentivado por éstas dos ideas, las cuales había revisado desde todos los nodos y ángulos posibles, llevé a cabo la acción más paranoica en los últimos meses.

Me pongo la ropa, a la par que mi padre me lanza su decepción a la cara, medio riñéndome medio no, sobre lo que hice ayer por la noche. Yo intento ignorar todas esas palabras pues ya me las esperaba, y cuando alguien se espera el golpe, la verdad es que no duele tanto, es más, resulta indiferente. Intento recordar cómo empezó todo ésto, la historia completa, intento determinar cuándo empecé a entrar en éste bucle, mientras los gritos de mi progenitor se tropiezan con mis pensamientos:

31 de Julio. Rompo mis gafas sin querer, pisándolas.
2 de Agosto. Comienza a dolerme la cabeza, probablemente por el esfuerzo ocular.
3 de Agosto. Me caigo al intentar levantarme de la silla, la pierna no me responde. Recobro su movilidad a los pocos minutos. Comienza el miedo.
4 de Agosto. No puedo dormir, me mareo, me duele la cabeza, noto el pulso lento e irregular.
6 de Agosto. Primera visita al médico, me recetan Nolotil tres veces al día, para el dolor de cabeza. 
9 de Agosto. Primer análisis de sangre. Nolotil no hace efecto. Comienzo a notar mucha presión en los senos nasales, y en la parte alta de la cabeza. Posiblemente sinusitis.
10 de Agosto. Recupero mis gafas. El dolor de cabeza disminuye, pero no desaparece.
13 de Agosto. Resultados de los análisis, todo está bien, salvo por el análisis de velocidad sanguínea, que hay que repetirlo porque no se pudo realizar la prueba correctamente. Los síntomas continúan.
16 de Agosto. Repetición del análisis. Fiebre.
17 de Agosto. Mejoría notable de todos los síntomas.
20 de Agosto. Resultado del análisis. No revela infección alguna, se descarta por tanto la sinusitis.
27 de Agosto. Regresa el dolor de cabeza, además de inflamación de los ganglios linfáticos.
31 de Agosto. Mareos. Pinchazos en el bazo.
2 de Septiembre. Anoche.

Hago repaso mental de todos los hecho sucedidos, y no alcanzo a determinar la gravedad del asunto. He tenido un miedo horrible a padecer trastornos tales como ictus al principio, tumor después, y cáncer más adelante. Mi familia me toma por un obseso y un loco, y la verdad es que nunca había sido así, no pretende ayudarme a mejorar físicamente, creen que me lo invento todo o algo así. Yo mismo he llegado a reconocer que es verdad, que puede que el 60% de todo esto sea psicosomático, que puede que es verdad que sea un poco hipocondríaco. En ocasiones estoy totalmente convencido de que no me ocurre nada, pero otras, al contrario, tengo todas las razones del mundo para tener el miedo que tengo. 

Mi padre deja de gritar por un momento, y me oigo pensar con claridad. Hay dos opciones posibles: 

Que no me pase nada en realidad, que sea hipocondríaco y se me pase todo con el tiempo y la voluntad suficientes, que se trate de cualquier enfermedad o infección leve y estúpida, y que mis padres tengan razón y el idiota sea yo, que discuta con ellos por creer que tengo algo grave mientras ellos creen que sólo tengo miedo y nervios.

O que de verdad pase algo, que le esté dando poca importancia, que debiera realizarme unos exámenes más profundos y específicos cuando lo que estoy haciendo es sentarme a esperar la curación divina, que se trate de algo grave y que yo tenga razón y los idiotas sean mis padres, que se empecinen en no ceder su postura y los síntomas empeoren hasta que surjan complicaciones importantes.

En cualquier caso, éstas dos opciones posibles no son algo que quiera dejar en manos del azar.

Me consuelo imaginando pequeñas escenas futuras, con amigos, con risas, con besos, intento situar mi imaginación unos meses por delante, cuando ya todo vaya a estar bien, cuando todo ésto ya haya pasado.

Pero ahora estoy sentado en mi cama, ensimismado con cualquier baldosa del suelo, y no sé, tengo miedo de lo que pueda llegar a pasar. Quizá sea la única persona en éste orgulloso mundo que es capaz de reconocer que le tiene un miedo horrible a la muerte, y aún más al sufrimiento. Y de pequeño, creí que nunca lo tendría.

Lo peor de todo es que aún siendo consciente del problema, soy incapaz de solucionarlo.

02 septiembre 2010

Estudio de un beso como forma de vida


"A Sabela, éste es uno de los muchos cuentos que le debo."

Bien es sabido que los besos son unos animalitos muy simples, cuya capacidad de raciocinio deja mucho que desear, y cuyo ciclo vital es de unos tres minutos a lo sumo, si se dan unas condiciones óptimas.
Sigamos el ciclo de vida de un beso -llamémosle Uno-, para comprender su existencia, o al menos, para comprender cómo y de qué manera existen. Pues bien, Uno nace del contacto entre los labios de un sujeto o sujeta -Por decir un nombre al azar, Irene- y otro -Pablo, por qué no-.
El parto sucede de forma instantánea, sin apenas sangrado ni hemorragias, siempre que se procure no contactar con demasiada fuerza. Los primeros segundos de vida de Uno son los más intensos, ya que nada más salir de entre los labios de ambos sujetos se ponen en marcha de golpe toda una serie de procesos químicos e intercambios de energías y fuerzas en el interior de su organismo, lo que dota a Uno de una gran felicidad y vigor.
Uno ha de alimentarse continuamente para mantenerse con vida. Estas criaturitas se nutren mientras se mantenga el contacto labial entre los sujetos, y se consideran fallecidas cuando se interrumpe dicho contacto durante más de diez segundos. No voy a hablarles de las funciones anatómicas de las que carecen -ya que son demasiadas y no quiero provocar en ustedes el sueño con mi aburrida jerga médica-, así que les diré que sistémicamente hablando, poseen únicamente un aparato circulatorio que se encarga de recoger los nutrientes en las capas externas de la epidermis y abastecer el organismo de la criatura. El bombeo sanguíneo se realiza mediante los distintos cambios de presión que los sujetos provocan durante su contacto -de ahí la relevancia de Irene y Pablo en la vida de Uno, básicamente son los responsables de su existencia-
Como ya he dicho, los primeros segundos de Uno son los más intensos de su corta vida, y qué remedio, si la esperanza de vida media de estos seres es de medio minuto, parece que nada más nacer saben que han de darlo todo antes de que les llegue la hora.
A partir de los cinco-diez segundos, Uno comienza a madurar y a buscar el placer de su existencia con más profundidad y paciencia. El bombeo sanguíneo por medio de la presión labial ya no le es suficiente, y necesita que Irene y Pablo hagan uso de un nuevo orgánulo que ayude a Uno a nutrirse durante más tiempo: la lengua.
El mecanismo de bombeo es el mismo, sólo que ahora trabaja por partida doble, ésto aumenta la esperanza de vida de Uno hasta los diecisiete-veinte segundos. Es el periodo de madurez del beso, el cual provoca una serie de cambios físicos en los cuerpos de los sujetos, tales como el aumento de la frecuencia cardíaca, el aumento de la temperatura corporal, excitación, secreción de endorfinas, etc. Es aquí donde se aprecia la relación simbiótica entre las pequeñas criaturas llamadas besos, y los seres humanos.
La madurez de Uno alcanza hasta el minuto y medio. A partir de aquí los cuerpos de los sujetos comienzan a estabilizarse y a adaptarse a las nuevas condiciones, lo que lleva al pequeño beso a entrar en su periodo de vejez, donde su vida puede verse amenazada con facilidad. En esta etapa, Uno puede llegar a sufrir pequeños infartos, ya que el bombeo llega a interrumpirse hasta durante tres-seis segundos, pero normalmente los primeros infartos no son mortales para los besos, su fuerza de voluntad y deseo de vivir son extremadamente altas, lo que fuerza a los sujetos a permitirles vivir un poco más.
Aproximadamente tres minutos después de su nacimiento, Uno muere. Muere, ya que las necesidades de contacto de Irene y Pablo aumentan considerablemente, y comienzan a mezclar el contacto entre sus distintos elementos -manos, piernas, cuello, labios, costado, pechos, sexo...-, dándose lugar el nacimiento de animales de diversas especies tales como las caricias, los mordiscos, los roces, los arañazos, los pseudobesos (besos que no implican el contacto entre los labios de dos sujetos, sino el contacto entre los de un sujeto, y otro elemento del otro, valga la redundancia), entre otros.
En éste hipotético caso, la existencia de Uno, y concretamente su muerte, ha causado el nacimiento de una gran cantidad de criaturas de diversa índole, las cuales son imprescindibles para alimentar la necesidad de relación entre Irene y Pablo, nuestros sujetos no sujetos.
Pero en muchos otros casos reales, éstos pequeños no llegan a vivir tanto, y su muerte prematura no da lugar más que a una estúpida sonrisa, que se va volando con el menor soplo de viento.