"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

14 septiembre 2010

Agorafobia

No llores, pequeña, abre los ojos y espanta tus miedos, te acostumbrarás a la luz.


La calle muchas veces es una cárcel donde el resto de las personas son compañeros de celda, y los semáforos son acaso barrotes cuando están en rojo, acaso oportunidades de huir del castigo de las masas cuando están en verde. "En la cárcel se han escrito buenos libros" me digo siempre al cruzar la puerta de casa, mientras tejo una compleja indiferencia con la que protegerme de la locura de un "ahí fuera" que muchas veces es "ahí dentro", el mundo de los presos, cuyo delito común ya no es sólo que existan, sino cómo existen. Ahí fuera -o ahí dentro- todos somos virus con zapatos, parásitos con cartera. Hay momentos en los que de verdad creo que el simple hecho de caminar es aprendizaje y penitencia, lección de continua moraleja, una enseñanza que recula al ritmo de los pasos, a un puñado de fotogramas por segundo, donde cada uno de ellos es una palabra que eleva todo un edificio de opiniones y juicios involuntarios, inevitables, que suelen -no digo que siempre, pero suelen- derribar los de otros. Como en la cárcel, aquí también hay peleas.

Veo a un grupo de señoras dirigiéndose cabizbajas hacia el interior de la iglesia y pienso: ¡Bien! ¡No tienen razón, yo sí, ellas no! Al igual que el resto de la gente lidio en soledad con la existencia, nadie me conoce mejor que yo, y ni siquiera puedo presumir de conocerme del todo. Estoy yo por un lado, y el resto del mundo por otro. Ni quiero ni necesito un intermediario, no va conmigo, y menos si forma parte de aquellos que creen en un Dios que todo lo perdona y a su vez excluyen y juzgan con mano de hierro a todo aquél que elige no tragarse el cuento. ¿No es absurdo? Cree o muere, sobre esos dos ladrillos se construyó el cristianismo, gracias Dios misericordioso por todas esas opciones. Raoul Duke no tenía tanta razón, en verdad los nazis ganaron la guerra, dejaron al mundo ciego y ciegos nos hemos quedado. Ganaron la guerra moral, sembraron el mundo de un egoísmo que se heredó entre los privilegiados, y los desdichados cosechan todo aquello que ellos se comen...

El señor Estados Unidos enseña una pistola al señor Irak y le dice "¡Hey, por cien dólares podrás proteger a tu pueblo!". El señor Irak lo ve bien y le compra el arma a su extraño amigo, pero en el momento que la coge recibe un disparo suyo, y lo último que oye son las excusas del señor Estados Unidos diciendo: "¿Lo vieron? ¡Tenía un arma!".

...La guerra fría terminó en suspiros de alivio al cesar las amenazas nucleares entre las dos potencias mundiales más grandes de aquel tiempo. Ahora todo parece seguro y tranquilo, ¿pues saben qué? alrededor de veinticinco países hoy día poseen armamento nuclear, la cosa es veinticinco veces peor. Pero todos sonreímos y decimos "¡Hey, si no hay peligro!", y probablemente quienes más sonrían sean esas ancianas que entran a la iglesia y seguro pensarán "Jódanse, imbéciles, yo ya viví suficiente, ustedes vivirán el fin del mundo, no yo.". Va a explotar, eso es lo que creo. Los derechos no existen, y si no existen, no los tenemos. Nos dieron a elegir entre el miedo y el amor, entre la paz y el egoísmo, y ya hemos hecho nuestra puta elección, ya no hay vuelta ni arreglo, y estamos encerrados. El mundo es la cárcel, el gran campo de concentración, y no somos más que almas en pena temblorosas y tristes, esperando ver el estereotipado humo verde surgiendo de los techos de nuestras acogedoras casitas, o el sonido del gas saliendo de las alcantarillas, que quizá hayamos confundido con el sonido de los misiles cayendo del cielo. Estamos esperando algo, sí, muchos no saben qué, y lo que esperamos no es más que el final, el grito que nos saque del letargo, la sangre en mano que ahora sólo hace presencia en nuestra imaginación. Sabemos que pasará, pero no sabemos cuándo, y yo sigo riéndome de aquellos que buscan la ética y lo correcto. 

¿Cuándo nos volvimos así de hipócritas?, sabéis tan bien como yo que no tiraréis vuestro dinero por el retrete, decid NO a drogas inocuas libres de impuestos, pero emborrachaos hasta rozar el coma, e hinchaos a tabaco hasta sufrir un derrame cerebral, dadles dinero creyendo que se lo merecen por hacer de éste mundo un lugar más sencillo, que no es sencillo, sólo sois idiotas que viven con la tranquilidad de los borregos de un rebaño a las puertas de un matadero, comprad discos en vez de escuchar música, mirad la pantalla del televisor en lugar de la ventana, y sobre todo id todos los domingos a la iglesia, que Dios os estará esperando para convenceros de que no pasa nada, de que un pedazo de pan y un trago de vino os pueden salvar del mundo. Nos creemos inmortales, y todos los días morimos.

Sigo caminando, hay gente aquí fuera -o aquí dentro- que de verdad cree que África es un país, que pensar no sirve de nada, que el arte es de cualquiera, que un iPod les hará más felices, que un polvo es un trofeo, y que la tierra que pisan es suya. Aquí fuera hay preadolescentes que se suicidan, hay mujeres obligadas a parir, y hay ancianos olvidados en las aceras. Aquí dentro hay gente que de verdad no conoce el significado de palabras como antología, consecuencia, efímero y decisión. ¿Cómo llegarán a entender entonces que la vida es una antología de instantes efímeros que no son más que las consecuencias de nuestras decisiones? ¿Morirán sin saber eso? ¿No es un poco triste? 

Hay gente ahí fuera cuya felicidad reside en un fajo de billetes, y yo digo: "Adelante, a ver qué tan lejos llegas antes de tropezarte por enésima vez con la primera piedra, yo me sentaré aquí a ver cómo, una vez más, te abres la cabeza.".

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