Querido Diego:
Si algún día vas a visitar a mi madre, coge el balón de Cris y lánzalo por la ladera de la montaña que da justo a la ventana de mi habitación.
Cuando decidas ir a recogerlo (tómate tu tiempo y ten cuidado con las zarzas) seguramente lo encontrarás en la orilla del mar, junto al escondite secreto que Cris y yo estábamos construyendo, nuestro pequeño tesoro.
Todos los días mamá nos echaba la bronca porque llegábamos muy tarde a casa, nos preguntaba qué hacíamos hasta tan tarde, pero nunca le dijimos nada, y nunca dejamos de trabajar en nuestro pequeño proyecto. Tampoco dejé de hacerlo cuando la enfermedad se llevó a mi hermanita.
Queríamos escapar juntas de ésta isla, queríamos ser piratas y exploradoras. Ella soñaba con navegar por los siete mares y visitar todas las islas que pudieran existir. Yo simplemente luché para hacer realidad ese sueño.
Espero que me perdones, porque no verás ninguna balsa cuando llegues a nuestro muelle. Cuida de mamá, aunque sea gruñona y cascarrabias, ya sabes lo buena que puede llegar a ser.
Tu amiga
~Sara