"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

22 noviembre 2016

Retrovisores

Llegué a tu ciudad pisando hojas secas, con el tedio y la serenidad de volver a las ruinas, viendo las calles como quien ve fotos viejas, consciente de la imposibilidad del retorno, de la inevitabilidad de las canas. Y me marché completo y a la vez vacío, con nada en mi pecho salvo unas finas caricias junto al ombligo, un torpe mordisco entre cuello y pelo, un duelo de lenguas en la oscuridad. 

Nunca llegaré a entender del todo cómo suceden estas cosas, te busqué sin buscarte y me encontraste tú. Me diste el aliento y la palabra, con un brochazo hiciste del silencio confianza y sacaste no sé cómo ni de dónde la paz y la magia que tan bien se esconden, convirtiendo lo prohibido en necesario con la misma facilidad con la que le sonríes a la incertidumbre o le lloras a la verdad. 

"Por favor no te arrepientas de esto" Y créeme que no lo haré porque me has regalado algo que creí extinto. Arrancaste un pedazo de espacio y de tiempo, lo llenaste con toda la sinceridad de este universo y ahí decidiste bañarte conmigo. 

Es imposible salir ileso de algo así, confundido como mínimo, por algo que se debate entre la cosa más trivial y lo irrepetiblemente único. Palabras cansadas sólo quizá, puede que confesiones cobardes, o simplemente un sano cariño salpicado de tentaciones. A lo mejor cuando lo vea con más distancia entienda mejor las formas que se dibujan en este lienzo, y pueda salir de este egoísmo que me atenaza al pensar en nosotros como un nirvana y no como la travesura que realmente fuimos.

Creo que no me salen las cuentas contigo. Puede que sea porque me empeño en tasar como oro aquello que regalas como palabras. No sé si me pedías pasión a cambio de risa, o si vendías secretos a precio de cosquillas, porque no hay moneda de cambio para tu cariño y al final todo queda en un injusto trueque en el que ambos nos regalamos y aún así salimos perdiendo. Por decirlo de algún modo, tú ofreciste algo más que tu cama, y te quedaste con algo más que mis besos.

27 febrero 2016

La carta que encontré en mi sueño

Querido Diego: 

Si algún día vas a visitar a mi madre, coge el balón de Cris y lánzalo por la ladera de la montaña que da justo a la ventana de mi habitación. 

Cuando decidas ir a recogerlo (tómate tu tiempo y ten cuidado con las zarzas) seguramente lo encontrarás en la orilla del mar, junto al escondite secreto que Cris y yo estábamos construyendo, nuestro pequeño tesoro.

Todos los días mamá nos echaba la bronca porque llegábamos muy tarde a casa, nos preguntaba qué hacíamos hasta tan tarde, pero nunca le dijimos nada, y nunca dejamos de trabajar en nuestro pequeño proyecto. Tampoco dejé de hacerlo cuando la enfermedad se llevó a mi hermanita.

Queríamos escapar juntas de ésta isla, queríamos ser piratas y exploradoras. Ella soñaba con navegar por los siete mares y visitar todas las islas que pudieran existir. Yo simplemente luché para hacer realidad ese sueño.

Espero que me perdones, porque no verás ninguna balsa cuando llegues a nuestro muelle. Cuida de mamá, aunque sea gruñona y cascarrabias, ya sabes lo buena que puede llegar a ser. 

Os echaré de menos.
Tu amiga
~Sara