"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

03 mayo 2010

Hambre

Comebesos, así le llamaban. Éste pequeño habitante de Decadentia se alimentaba de besos de mujeres, y era capaz de sobrevivir entre tres y siete días, con un sólo beso, dependiendo de hartos factores, como la duración, la pasión con que se dé, la persona, sus sentimientos... Todo un reto para los psicólogos -Cada día más majaras -Todo un reto, calcular el tiempo exacto.

Llevaba ya dos días sin un sólo beso, y el último no había sido gran cosa, tenía hambre.
Mucha.
Por desgracia, su costumbre hacía que las mujeres intentasen alejarse de él en la medida de lo posible. Lógico. Nunca pudo echarse una novia, pues ello requiere un largo período de conocimiento, y él no podía sobrevivir tanto tiempo sin besos. Por estas razones estaba condenado a vivir una vida nómada, vagando sin rumbo, robando los besos que podía, cuando podía, y a quienes podía.

Vio entonces en su caminar a una mujer preciosa, que caminaba más adelante que él, en la misma dirección. Sintió algo. Algo que le decía que ésa era, que será, que ésta vez no se equivoca...
Se imaginó a sí mismo yendo hacia ella, y justo ántes de que se diese la vuelta, dedicarle una suave caricia a su cuello, para con la otra mano sujetarle la cintura. Después ella se giraría, le dirigiría una linda mirada confusa e indefensa, él diría: -"Lo siento". Ella no llegaría a hablar, él la besaría, ellos se besarían por fín.

Era el plan perfecto, podía imaginársela a ella desprendiendose suavemente de su beso, tapándose con incredulidad y dos dedos. Él dirigiéndole una última mirada cargada de compasión, como despedida, para luego desaparecer tras la primera esquina, desaparecer es lo de menos. Quizá con un poco de suerte esa linda chica iría luego tras él, quién sabe.

Su alegría cayó por su propio peso. La pobre muchacha, ajena a los pensamientos del joven, cruzó sin previo aviso un paso de cebra, que se cerró tras ella haciendo aparecer el infame muñequito rojo.
Coches pasando.
Chica desapareciendo.
En ésta ciudad nunca más la volvería a ver. Tanta hambre... Se dió la vuelta. Se fue.

¿Habrá algien en éste malditlo lugar que consiga saciar su hambre para siempre?
Hambre, tanta hambre...
-No para alguien tan gris como yo -Se dijo.

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