"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

03 mayo 2010

¿Qué siente la polilla?

La polilla, es un insecto cuya vida dura alrededor de 15 días. Ésa polilla lleva 3 días tratando de entrar por tu ventana. Hoy, al ser un día excesivamente caluroso, necesitas tomar el aire del exterior, y al fin abres esa ventana. Alegría enormísima para la polilla.

Eres una chica muy curiosa, y al ver posarse la polilla sobre tu cuaderno, para posteriormente quedarse mirándote fascinada, no puedes resistir la tentación de tomarla en la mano, de dejar que corretée entre tus dedos. Te hace cosquillas, sonríes, la pasas a la otra mano, y la detienes antes de que suba por tu muñeca, pues aunque es sólo un insecto, tienes una aversión natural hacia todo aquello que se acerce demasiado a tí. Pero no pasa nada, en serio, así es la naturaleza humana.

La polilla te entretiene, acaricia tan delicadamente tu piel que resulta casi placentero, como si fueses acariciada por una pequeña pluma, que no sabes hacia dónde se dirigirá en cada momento. Y gozas de esa sensación tan suave y acogedora que serpentea por tus pequeñas manos, no te preocupas por más.

Lo que no sabes es lo que la polilla siente. ¿Qué siente la polilla? La polilla se enamoró de tí desde el primer momento que intentó entrar en tu habitación. La polilla perdió más de una quinta parte de su vida por tí. La polilla entró en tu habitación, creyendo verse recompensada, la acariciaste, la dejaste tocarte, le diste felicidad, entereza, confianza... Ahora la polilla siente que nada es en vano. La polilla es feliz entre tus dedos, y hace todo lo posible para transmitirte sus sentimientos, a través de esas caricias que te provocan esas divertidas y placenteras cosquillas.

Eso es lo que tú no sabes, y en tu ignorancia la miras con inocencia, cansada del juego, quizá aburrida de esas sensaciones provocadas por el insecto. Y sin más le susurras: "Adiós, pequeña...".

Bien sabes que la fuerza de una polilla no es lo suficientemente grande como para resistirse a tu voluntad, y la empujas fuera de tu habitación, devolviéndola a la triste libertad en la que vivía media hora antes. Después cierras la ventana de nuevo, y vuelves a postrar tu mirada sobre el cuaderno.

La polilla, desesperada, se golpea repetidas veces contra el cristal de tu ventana, gritando en silencio pero con todas sus fuerzas: "¡Te amo!". Tanto se golpea que termina por lesionarse una de sus alas, y no pudiendo alzar de nuevo el vuelo, se posa en la repisa, mirándote a traves del vidrio.

Y de ése modo el pequeño insecto asume la verdad, así como su tristeza. Al fin y al cabo, ese amor estaba condenado a no empezar, al fin y al cabo, el suyo era un amor imposible.

Adios, pequeña polilla, de tí sólo quedará el silencio.

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