"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

04 mayo 2010

Por segunda vez... (Preludio de un cacahuete)

Por segunda vez ése dilema vuelve a hacerme frente, bloqueando mis pensamientos, truncando mi torcida felicidad, tornando mis tibias sonrisas en fríos gestos de soledad, vacíos, mis miradas perdidas, mis párpados cárceles, mis labios agrietados, mi dolor del alma. Porque querer, deber y poder son tres palabras distintas y distantes, imperdonables, que una vez pensadas cierran toda posible vuelta atrás, y no dejan más que la inseguridad del qué pasará, el miedo al futuro, el no saber qué hacer y qué sentir.

Y éso mismo me pregunto yo: ¿Qué hacer? ¿Qué dejar de hacer? Y por segunda vez te digo, y te hago saber de ése protagonismo que sin duda has ido ganando a medida que tus palabras hacían mella en mi conciencia, te hago saber que no sé cuándo exactamente empecé a guardar en un pequeño cajón de mi alma todos aquellos sentimientos que surgían en mí al verte, al hablarte, al tocarte, al abrazarte.

Sí, atesore y guardé todos y cada uno de ellos, los escondí por miedo, y una vez te los mostré, ¿Te acuerdas? Pero los despreciaste. Por eso los encerré, los reprimí y a pesar de todo crecieron, y ahora ése cajón está lleno, y se me caen, créeme cuando te digo que en mi afán por abrir ése cajón para encarcelar un nuevo sentimiento, cinco más rebosan y caen, y a veces se me cae un beso, o un tierno gesto romántico, o un juego de preguntas sin un fin determinado, o incluso un minúsculo arrebato de celos, que intento coger antes de que golpee el suelo y lo veas, a veces con éxito, a veces sin él.

Lo que quiero decir es que no sé qué hacer ya con todas esas emociones que ya no caben en mi, y que sin duda irán creciendo exponencialmente con cada segundo en el que mantengamos un mínimo contacto. E ilusamente espero que seas tú quien, un buen día, me digas cómo resolver éste problema, de la forma que mejor creas conveniente, pues yo ya apenas me considero dueño de mí mismo.

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