"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

03 mayo 2010

Ahora yo era Triste, en un balcón

Inspiración. Llega cuando menos la buscas. Ese día quise escribir en un balcón, siempre me gustaron los balcones. Relajado, cogí cuaderno, bolígrafo y me dispuse a ello. Abrí la puerta y salí, me senté en una silla de hierro, bastante incómoda, pero bastante mejor que estar de pie. Quería escribir una histora sin nombres, sólo alegorías, hoy me encantan las alegorías. Miré la hoja en blanco.

Juraría que no estaba antes, pero al empezar a escribir me percaté de su presencia. Escribí pues.

-¿Es por ella, verdad?

Suspiré, tenía toda la razón.

-¿Yo eres Triste? -No sabía si yo era Triste o Enamorado, aunque siempre discuten son tan parecidos que apenas logro distinguirlos.

-Estúpido, yo soy Enamorado, aunque mientras hable, ambos lo seremos, ¿Verdad? Parece mentira que aún no me conozcas.

Y volvía a tener razón, cómo no darsela, si en el fondo ambos somos yo. Nos miramos por un momento, y supe que yo apareció Triste al otro lado, sentándose en otra silla, por el melancólico brillo de su mirada. Triste y Enamorado casi siempre apare · emos juntos.

-Olvídalo, no intentes extenderlo tanto tiempo, no tires de ese sentimiento hasta hoy, al final lograrás que se desgarre.

Triste es muy pesimista, pero tiene toda la razón, yo siempre dice que veas el vaso medio lleno o medio vacío, todos sabemos que tarde o temprano acabará completamente vacío. Y le creo, todos los demás no quieren, pero Triste le creo.

-¡Pero la nec · sito! -Replicó yo Enamorado. -Igual que en su día las necesite a todas ellas. ¡No, más aún, porque hoy es aún ahora!

-No deberías aferrarte tanto a ella, ¿sabes? Te está haciendo daño... NOS está haciendo daño. Pero no puedes, ni quieres evitarlo, ¿eh? Yo no er · s muy distinto a un masoquista.

-No, yo Enamorado no sufro, sólo anhelo, amo y anhelo ser amado. Eres yo quien sufre. Yo siempre sufres, odio ir contigo a todos lados, me amargas.

Yo escribía, no podía parar ahora que la inspiración llegaba a su clímax. Yo seguían discutiendo, y yo escribía. Hubo una pausa reflexiva, levanté el bolígrafo del folio, miré a yo Enamorado y a yo Triste, y yo Optimista se sentó en la baranda. Seguí escribiendo.

-Pero es bonito, ¿no? -Dijo yo recién llegado, rompiendo el silencio.

-Te vas a caer.

-Oh, por dios, yo, no seas Triste, vamos, ¿No te cansas de caer? Ella volverá, estoy seguro, porque aún nos guarda afecto, ¿No?

-¡Es cierto! Aún nos lo guarda -Sonreí Enamorado, y la esperanza brilló en sus ojos.

-Se irá, siempre se acerca a nosotros quien menos esperamos, y s · empre se aleja de nosotros quien más amamos. ¿No recordamos a todas ellas?

-Las recordamos, pero logramos dejarlo atrás, ¿No? Lo que no quiero Enamorado es dejarla a ella atrás... aún no, porque aún es presente. -Paró un momento, se asomó y volvio a hablar. -¿Y qué hay de todos ellos? -Señaló a la gente que pasaba debajo -¡Ellos aman, y muchos no se alejan de ellos! ¿Por qué no soy igual?

-¡Porque ellos no son yo, apenas existen!

Sentí que yo Triste se enervaba, yo siempre está seguro de llevar la razón, y lo peor que que es capaz de crear argumentos muy sólidos, aunque algo surrealistas. Es, creo, el yo que domina sobre los demás, exceptuando, claro, a Enamorado.

-¡Estúpido! ¡No significamos nada! ¡Solo fuimos un respiro, un aliento, pero el aliento no se queda en los pulmones, se exhala! ¡Un juego, una aventura, un caramelo, un hombro, una pausa para publicidad, un experimento, un juguete, llámalo como quieras! Ella misma nos lo dijo, ¿Recuerdas? ¡Nos lo dijo, a la cara, y no la creiste!

-¡No quiero aceptarlo!, algo tuvo que haber, ¿No? Todo empieza por algo, ¿Verdad? ¿Y todos esos momentos? ¿De verdad se perderán en el olvido? ¿No significaron nada? No me lo creo. No me creo nada de eso, fuer · n tantas cosas... Puede que al principio fuese como tú dices, pero algo quedaría, ¿no?

Ah, odio estas conversaciones interminables entre yo. Llegan a ponerme de mal humor. Consecuencias, sonreí a las consec · encias, y seguí escribiendo.

-No entiendo por qué quisiste extenderlo tanto... Yo sabías que acabarías mal, yo lo sabías. Aún así no lo intentaste olvidar, intentaste hacer que durase lo más que pudiste, y eso fue nuestro peor error. ¡Todo porque amé sin ser amado! ¡Ahora mírame a yo! -Triste se levantó desafiante.

-¿ · ero de verdad no fuí amado?

Triste me derrumbé sobre el asiento, derrotado, cansado, me dirigió una mirada que me lo dijo todo, es increible mirarse a uno mismo a los ojos, y entenderse. Yo negó con la cabeza y susurró para el viento.

-No lo sé...

Decidí acabar con todo esto, pues sabía que ella tendría que aparecer tarde o temprano. Vi cómo yo Triste miraba con odio mi inocente sonrisa de yo Optimista, quien simplemente se limitaba a tener esperanza. Y vi a yo Enamorado mirando el atardecer, pensativo, inamovible, sin querer irse. Decidí acabar con ello, y escribí.

Y ella apareció súbitamente, se de sobra que sus ojos no podían, pueden, y dudo que puedan algún día verme a todos, sólo a mí, y sólo sabe de yo Triste, Enamorado y demás por lo que yo le cuento de nosotros. Pero se de sobra que sí puede oirnos, y de algún modo supe que esta vez lo había hecho.

Se sentó en el mismo lugar que ocupaba yo Triste, intangible para ella. Y me miró de una forma indescriptible.

-Lo he oido todo. -Dijo.

Mis sospechas se confirmaron, expectante la miré como quien acaba de realizar un importante experimento y está a punto de conocer el resultado.

-¿Y bien?

Me dirigió una sonrisa. Pero no era una sonrisa de felicidad. Era una sonrisa cargada de algo que no era capaz de aceptar, parecia una sonrisa que irradiaba compasión, una sonrisa que susutituía a una lágrima. Compasión, la peor sonrisa que un verdugo te puede ofrecer.

-Aún nos guarda afecto, eso es bueno, ¿No? -Dijo para sí yo Optimista, al borde de caer.

Yo Triste no dijo nada, siguió mirando al infinito, ni siquiera me dirigió mirada alguna. Yo Enamorado miró un poco más esa sonrisa, casi conmpungido, y cuando yo creyó no poder más, yo se levantó y se fué. Lo último que ví fue una lágrima rodando por su mejilla.

-Aún nos guarda afecto, eso es bueno, ¿No?

Ella aún no había borrado su sonrisa. Visualicé la lágrima de yo Enamorado y dejé de escribir. Esa misma lágrima cayó de mi mejilla, sobre el papel, salp · cando y borrando letras al azar de mi relato.

Ahora yo era Triste.

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