"En el fondo lo que pasa es que no entiendes gran cosa y le buscas la lógica en lugar de buscarle la poesía. Lo decías con la calle vacía de fondo: "El mundo está loco, pero tiene sus momentos..." Y yo te miraba, y tu sonreías."
~Escandar Algeet
Mi yo niño se divierte tirando piedrecitas a los cristales de las ventanas de tu corazón, con la esperanza de que te asomes para decirle algo, cualquier cosa, aunque sea una bronca, y cada vez que acierta y oye ése sonido de roca rebotando contra cristal ríe, y espera ver tu sombra a contraluz tras la cortina. Si no lo logra, repite el intento, siempre con esperanza, pues a pesar de que es un niño, sabe que la oportunidad les llega a los que saben esperar.
Mi yo adulto se para a su lado, y durante largo rato observa sonriente la escena, consciente de la experiencia que ha ido adquiriendo a través de los años, experiencia en la que confía ciegamente, y una vez más ve a ése crío tomar del suelo otra pequeña piedra, y antes de que la lance le detiene, pues conoce su objetivo, su razón, y te conoce a tí, la que se esconde tras ése impenetrable muro de cristal, que nunca pudo atravesar a pesar de haber podido ver todo lo que hay al otro lado.
Él sabe de la agorafobia que padeces, y sabe que nunca saldrás de ésa casa por ti misma, por mucho que quieras, porque quieres, y crees no poder. Así mi yo adulto le dice a mi yo niño: "Es más sencillo picar al timbre." Y el niño se detuvo, y el adulto se dirigió a la puerta y tocó al timbre, y esperó a que le abrieses la puerta, y así lo haces. Tú abres la puerta y le dices: "¿Por qué sigues llamando?" Él responde: "¿Acaso no estabas esperando que lo hiciese?" Mi yo adulto sabe que arriesga mucho en ésa situación, pero no tiene miedo, si hoy vuelves a cerrarle la puerta, ya volverá a picar al timbre mañana...
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