"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

28 octubre 2010

Un pequeño mundo llamado tristeza

Hay un lugar en ese pequeño mundo que llaman tristeza, donde brilla en una cuevecita una hoguera,
en lo alto de la montaña,
mientras fuera llueve eternamente la noche,
y llueven estrellas.

A mí me gusta meterme allí dentro de vez en cuando,
al calor de la llama,
sabiendo de la melódica soledad que acecha en cada rincón de ese azul profundo que inunda el paisaje.

Sacar la mano y sentir las gotas golpeando la palma,
tan frías,
tan muertas,
sonreírles,
y sentarme en cualquier roca a contemplar las praderas que nadie habita,
los sueños por los que nadie duerme,
las colinas que nunca fueron escenario ni música en la imaginación de una joven enamorada,
los sauces que lloran su amargura en la más solitaria procesión.

Escribir historias a la luz del fuego,
y muñecos de viento se lleven las hojas.

Allí me quedo hasta ver a los árboles morir de impaciencia,
hasta que de tanto llover se ahogue la tierra,
hasta ver a la luna arrugarse de vieja,
hasta llegar a oír diferentes tipos de silencio,
hasta que los fantasmas de mis recuerdos resucitan
hasta que logro distinguir una lágrima bajo la lluvia
hasta lograr sentir cómo se suceden gradualmente las emociones en mi corazón,
creando ruidos de dentro, y armonías que harían enrojecer de envidia a la mejor canción.

En ese pequeño mundo de eterna noche,
me quedo hasta que sale el sol,
hasta que se enciende la luz en el porche,
y tropiezo con ese fantástico beso,
que dice de todo,
menos adiós.

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