"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

19 octubre 2010

Apuñálame, sabelotodo

Apuñálame,
porque puede que sea eso de que no sé vivir sin promesas,
o puede que no haya suficientes gritos ya en el mundo,
apuñálame, preciosa,
hazme mudo
vuélveme un recuerdo arrinconado entre tus miedos, acaba conmigo,
como un suspiro acaba con un sueño,
como el vino acaba con el llanto de un mendigo,
apuñálame,
porque si no voy a ir a buscarte, para decirte al oído
no hay mejor momento que ahora -ya sabes, siempre- para estar contigo,
para decirte
mira este cielo, míralo, y mira las estrellas, ¿las ves? ¿ves su belleza? pues te preferiría a ti, antes que a la mejor de todas ellas.

Apuñálame, princesa,
porque pareces no haber llorado suficiente,
con esos ojos manchados, embalse prisión de un océano de lágrimas
donde nace el sol todas las mañanas, y parece mentira,
que tanta nostalgia salga del agua, tanta tristeza,
apuñálame,
porque no quiero que seas tú quien lo haga,
y siempre preferí que mi muerte me diese una sorpresa.

Apuñálame, o te amaré siempre,
y no querrás que eso suceda, créeme,
donde quiero llevarte es un lugar tan alto que nada tendremos que envidiar a la luna,
donde quiero besarte es en todo lugar donde su luz ilumina,
donde quiero ver tu sonrisa es allá donde no exista oscuridad alguna
que haga sombra a tu alegría, Perséfone,
dama de honor de mi muerte, apuñálame,
te lo ruego,
porque tú no querrás hacer este viaje conmigo,
y yo no querré viajar más si no es contigo.

Apuñálame, maga,
con las siete dagas que siempre lanzas sin hacer daño a nadie,
una por cada día de la semana,
una por cada color,
una por cada nota,
una por cada una de tus vidas,
y una por cada uno de mis pecados,
clávamelas todas de golpe, no esperes,
apuñálame,
y por el amor de quien sea, no me compadezcas, no me perdones,
deja que sea yo quien lo haga,
deja que sea yo quien lance la última sonrisa del portal,
el último beso de despedida,
deja que sea yo quien se rompa de golpe cuando cierres la puerta, no sufras,
déjame vivo lo justo para un trago de alcohol,
en el que ahogar
no mis penas
las de los dos,
tú no te muevas,
no,
duerme con ése rostro que ilumina la noche,
abraza tu almohada con más fuerza que a ningún hombre,
sueña con todo eso en lo que soñarás despierta al día siguiente,
pero primero apuñálame,
porque las nubes en las que vuelo están demasiado lejos,
y tú siempre con los pies en el suelo.

Apuñálame,
y ayúdame a tirar mis ansias al vacío,
ayúdame a enterrarme junto a mis soledades,
porque ya sabes,
siempre van conmigo,
ayúdame a pintar soles en el aire, dormido,
ayúdame, de algún modo, a no seguir vivo, sintigo,
ayúdame, y dime en cantos mudos que soy ciego,
ayúdame, sólo hoy a ser -en acto- sincero,
sólo te pido
que me apuñales,
apuñálame,
porque te quiero.

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