"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

23 octubre 2010

R.M.

Míralo, se encarama a los tejados de sus sueños de noche, porque desde allí se ve mejor el cielo, y le gusta leer el mapa de las estrellas, y trazar con él rutas hacia amores imposibles.

Se despierta todos los días con una mueca de sudor en el rostro y los pelos alborotados, mira tú, y no le importa apenas, es de los que a veces piensan que las duchas llegan cuando tienen que llegar, y no cuando las pide el cuerpo, no al menos en ése momento de pies-suelo-frío-abandonar-cama que hace ebullir en su cabeza únicamente la imagen de unos calcetines calentitos.

Y de pies a rastras hacia el espejo, como todas las mañanas que casi son tardes, mediodías los podríamos llamar.

Deja morir unas cuantas legañas ahogadas en agua de grifo, y le reza un poco a ella y a su belleza, pues es lo más parecido a una religión que inunda su mente, sin símbolos ni promesas, sólo unos pocos deseos de verla, suficiente, de todos modos tampoco confía en que eso se cumpla, confiar en un deseo es algo tan peligroso, él lo sabe bien, y a veces siente miedo cuando desea, como si alguien fuese a escucharle y a tergiversar su sentido dándole lo que quiere pero no de la misma forma, de un modo corrupto, distinto, con más contras que pros, arrancándole la felicidad de raíz.

Clava descaradamente las pupilas en el cristal con fondo de estaño, como queriendo romperlo así por las buenas. Recien levantado, todo lo bonito le da lástima, cáusale nostalgia si despierta sólo, piensa constantemente en quemar las cortinas y habla consigo confesándose todo lo que no se atrevió a reconocer anoche, que hay amores que nacen sin hacer ruido, y los hay que dejan sordos con sus gritos y sus portazos.

Y el tío va y mea. Mea para acallar ese picor de vegija y para tirar a la mierda todo ese alcohol y toda esa porquería, y mientras mea piensa en rimas, y no encuentra la perfecta ni la armonía, ni un endecasílabo que regale el más ligero escalofrío. Que se muera, la poesía, por ahora. Ya habrá más días de vientos y derrotas que levanten todo el polvo de olvido y aspereza que hay sobre su corazón para dejar entrever alguna palabra-sonrisa, o algún verso-canción, hoy no será, mañana quizá, da igual. Porque escribir es a veces como el final: no sabes cuándo, pero sabes que llegará.

1 comentario:

  1. Me gusta lo que escribes, pero no me gusta tener que esforzarme tanto para poder leerlo. El gris sobre negro y la letra pequeña no ayudan mucho.

    Pero es tu blog y tú lo haces como quieres.

    Saludos.

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