"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

19 junio 2010

Quería regalarte algo


No ha pasado mucho rato desde que Pablo llegó a su destino, ése lugar, punto de referencia que todos los habitantes de la ciudad conocen. Estaba lloviendo, así que se cobijó bajo el inmenso reloj que orientaba ésa plaza. Es sorprendente la falta de originalidad de algunos, y la increíble empatía de otros cuando se lanza la famosa invitación: "Quedemos bajo el reloj", y eso es algo de lo que tanto él como Irene son conscientes, y aún así, como a dos inocentes peregrinos, algo que apenas les importa.
Llegaba tarde, como de costumbre, qué distraído, veinte minutos tarde. Estaba calado hasta los huesos, había venido corriendo y seguramente por culpa de las prisas el gorro no se mantuvo en su lugar. Se le veía cansado, las gotas de sudor se mezclaban con las de lluvia, sus ojos dirigían una mirada que pedía auxilio y comprensión a los de la muchacha, los cuales no tardaron en decirle "Anda ven, idiota", e inundar su cara en una sonrisa.
Él llevaba todo el camino pensando en su disculpa, en cómo podía pedirle perdón a su chica, no sólo por ésta metedura de pata, sino por las muchas otras que se iban acumulando con los días. Parecía que ella fuese a decir algo, y seguramente Pablo creyese que se iba a tratar del esperado reproche, pero lo que el no sabía es que todo eso en realidad a Irene no le causa otra cosa que gracia, y ternura. Aún así, la calló con un suave gesto y comenzó a recitar su discurso, entre jadeos y tiritonas:
-Perdona, no calculé bien la hora, la calle es fría y yo soy muy lento, no quería, de verdad, estaba cansado, y me quedé dormido, mi despertador sonó y sonó y en mi sueño no lo he oído. Como disculpa quería regalarte algo, algo que es todo y a la vez lo único que un pobre mendigo de corazones como yo podría regalarte en éste instante, algo que no ha desaparecido, por más que cueste encontrarlo. El tesoro de los sinceros, el mayor premio a la belleza y lo más anhelado en el mundo. Algo que es más antiguo de lo que imaginas, y que vivirá más tiempo del que serás consciente, algo que estaba ahí cuando en la tierra apenas había personas, y lo salvaje arropaba el mundo en sábanas de verde y selva. Pasó de unas personas a otras, y ha protagonizado todos los viajes del mundo, algo por lo que fueron construidas pirámides y templos, algo que ha sido capaz de domar a reyes y emperadores, de volver a los cuerdos locos y a los locos hombres felices, algo que estuvo presente en guerras y batallas, que ha sido manchado de sangre, y nunca fue en vano, algo que se transmitió entre el miedo de quienes se ocultaban en una tierra que no era la suya, que huyó y cruzó mares y cordilleras, que a su paso ha sembrado llantos, sonrisas y recuerdos. Quiero regalarte uno de los mayores motores de la vida, algo que descubrió nuevos mundos, y los seguirá descubriendo, que da fuerza al más cobarde y reblandece al más valiente. Algo que todos poseemos, y que todos soñamos con regalar.
Ella le miró divertida y sorprendida al mismo tiempo. Él sonrió, y continuó:
-Mi regalo viene desde muy lejos, tanto en el espacio como en el tiempo, y ha asistido a nacimientos y funerales, ha sido dado sin nada a cambio muchas veces, y muchas otras el gesto fue respondido, ha serpenteado entre familias nobles, escondido por miedo, y al ser descubierto fue expulsado, desterrado al resto del mundo, donde estuvo a punto de perderse. Fue transmitido de unas personas a otras, y ha recorrido países de mil formas distintas. Fue repudiado muchas veces, y fue motivo de muchos asesinatos. Por diversas casualidades, destinos y vueltas de hoja, mis abuelos lo encontraron en algún lugar de nuestra tierra, y lo conservaron durante mucho tiempo, aún sobrevinieran guerras y crisis, discusiones, peleas, azotes, y noches ahogadas en lágrimas. No duramos para siempre, por éso tarde o temprano lo perdieron, casi en el mismo lugar donde mis padres, muchos años atrás lo habían, en secreto, encontrado. Lo atesoraron durante años, y su fuerza les ayudo a conservarlo mientras rompían relojes y perdían segundos. Ellos aún lo poseen, aunque haga tiempo que yo ya lo haya encontrado, a mi modo. Cuando lo hice me sentí fuerte, y creí haber hallado aquello que, pienso, llevaba buscando desde que poseo recuerdos. Con el tiempo asumí ése legado y protegí mi regalo, y como soy torpe, lo he dejado olvidado muchas veces, y otras personas han tenido que venir a devolvérmelo, también ha sido codiciado por gente que, al contrario que tú, no se lo merecía. Una vez me lo robaron, y creí que no lo recuperaría, pero tú apareciste y me ayudaste, y ahora yo quiero agradecértelo, quiero darte ésto, que significa mucho más de lo que ninguno de los dos pensamos.
Irene no daba crédito, y siendo como es ella, su reacción fue tender la mano, intrigada por el misterioso regalo. Pablo masticó dos o tres carcajadas, ignoró su mano, y la besó.

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