"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

01 junio 2010

La chica de la habitación de al lado


"Mire a donde mire, solo veo mujeres luchando.
[...]
Y ellas mientras, sosteniendo los remos, siguen sin odiar las galeras, y reman."
~Escandar Algeet




La chica de la habitación de al lado hace su vida en su margen, y piensa que nadie piensa en ella, yo con ésto le demuestro que se equivoca.

Mas de una tarde está despierta, éso seguro. Pero pocas veces la veras salir al pasillo, a excepción de aquellas en las que explora la casa en busca del baño, de la cocina, para echar un trago, o para ahogar su soledad en un tazón cereales. Ya saben, ésas necesidades primarias.

Nos conocimos de casualidad, ella y yo siempre podríamos haber sido cualquier otra persona, pero sucedió así, y ahora conviven dos personas contrarias, que más que repelerse se complementan, aunque siguen sin atraerse. Las leyes de la física a veces quiebran las alas de mis escritos, y apenas les dejan volar.

A veces nos cruzamos a la altura de la puerta del baño, y más de tres palabras sí que hemos cruzado, también notas musicales. Comer comemos juntos varias veces a la semana, pero más por obligación y por convivencia, que por de verdad querer hacerlo. Hemos charlado de nuestras vidas y eso, la podría considerar amiga, y sí, la conozco, pero no nos conocemos tanto.

Ella piensa que soy idiota, o algo por el estilo, ya que siempre quedo mudo ante sus palabras, y sólo respondo con gestículos y monosílabos, retrácticos y retrógrados que me restan créditos ante su vista, y por eso a su lado resulto incluso enfermo, triste e impedido (mentalmente hablando). Cree que soy estúpido porque a su lado me siento mascota, tiene control total sobre mi ser, y yo ya saben, tengo ésa facilidad para dejarme llevar por la corriente que generan sus palabras, para dejarme mecer sobre las olas de sus mares.

Incluso me la encuentro al salir de la ducha, envuelto en una toalla y mojado, hediendo a champú y a producto químico, a jabón, y a veces, a su suavizante. La noto enrojecerse lentamente mientras las palabras se tropiezan con sus dientes y caen al suelo, como borrachas. Se apresura y yo me río, y creo que a lo mejor le gusto y también creo que es mentira.

Ésta mañana al salir de mi habitación choqué con ella. Llevaba una taza de café entre sus manos, ahora lleva una taza sin café, y unos calcetines mojados. Viva yo y mi torpeza, mi falta de juicio, y mi egoísmo. Tan sólo pude articular un "Lo siento", antes de que ella marchase, haciendo como si no hubiese pasado nada, con ésa sonrisa estúpida de convenciones sociales a las que se siente encadenada. "Inútil", me dije, y cerré mi puerta.

Parece que a pesar de mis cagadas sigue pretendiendo hablar conmigo, como perdonándome que le deje tan clarísimo que no quiero nada de ella, malentendidos, como yo los suelo llamar. A mi éso me gusta, pero he de decir que no la quiero, y que no haré nada por ir en su busca. Si, todos esos momentos que la alejaron de mí no fueron intencionados, pero son también una ayuda, así lo prefiero.

Aún y todo es agradable oírla tocar el clarinete, a la entrada del piso, donde su perfume se mezcla con el de la calle, y ése ya es su territorio, ahí ya no hay vuelta atrás, te dirijas hacia donde te dirijas te dirigirás hacia ella. Es agradable ver su sonrisa tres veces cada dos días. Incluso es agradable su voz en la ducha, que parece ignorar todas las paredes y todas las barreras, y me sume en el más placentero sueño que nadie pueda tener sobre la tierra.

Yo sé que está triste, y por ello me siento en la bondad de recompensar su entereza. Por eso le escribo éste texto, cargado de puntos de vista donde posar sus miedos, para que pueda verse desde donde yo la veo, y pueda mirarse, como yo la miro.

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