"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

06 febrero 2011

Susto de muerte

Me despido cada vez como si fuese la última, sólo para retar al destino a que me haga caso, a que tenga los cojones de mandarme fuera del ring de la vida de una vez, en parte con la seguridad de que los planes nunca salen como se piensan, y así, que cada despedida sea una forma de mantenerme en pié un día más. ¿Es para tanto? Me hago esa pregunta todos los días, cada hora, y cada respuesta es diferente, no, si, puede que no, quizá sí, no es normal, le pasa a más gente... Mientras tanto mi reino de posibilidades se reduce a aldeas de precauciones y me encierro, quiero decir, el mundo me encierra en una cárcel de miedo, por haber cometido el crimen de burlarme de la muerte, y es ella ahora la fianza que tarde o temprano pagaré.

Recuerdo una pequeña discusión con una buena amiga, pero decido volver a guardarla en uno de los cajones de mi memoria. No merece la pena removerlo más, en lo que a mí respecta su opinión era una pequeña pincelada verde que pretendía competir con el negro brochazo de la mía, mi color acabaría devorando el suyo, y quizá sólo se pudiese llegar a ver prestando una cercana atención en ese punto concreto de toda la inmensidad, con perspectiva ese verde apenas existiría. No, no lograste convencerme, ni tú ni los que siguieron tus pasos y tus palabras sin conocerlas, o dijeron algo similar. Lo único de lo que me convencéis es de que no habéis pasado descalzos por éste oscuro túnel, de que me habláis desde el otro lado, de que os faltan muchas horas de sudores fríos por vivir, y muchos latidos, fuertes, rápidos, para alcanzar a mi acelerado corazón.

¿De verdad es para tanto? Si, ya te digo que yo también me hago esa pregunta constantemente, y no me hallo, porque soy víctima de un solipsismo tan grande que apenas las palabras me sirven para comunicarme, y constantemente me encuentro a pequeños filósofos de pacotilla que pretenden tranquilizarme con sus teorías en vez de mostrarme una realidad, una jodida realidad. Parece mentira que sea tan difícil encontrar una crudeza de las de llorar por el puro impacto, únicamente están los que evaden la verdad de la muerte con pretextos inseguros y ficticios, y difunden sus plagas morales, sus cánceres de valores allá por donde pasan sus bocas, y continúan queriendo que me crea inmortal, y yo mordiéndome la lengua de rabia ante su casi dogmática ignorancia, pues no pararán hasta que les des la razón.

Lo peor de todo es que quizá, lo único que me pasa, es que envidio su felicidad.

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