Hubo una vez esta noche en la que sólo buscaba mi loqus amoenus y encontré ése desierto de espinas que todos tememos, ese infierno de impotencias gobernado por los ignorantes y los carentes del más mínimo atisbo de humanidad. Me enerva cuando pequeños diablos sirvientes de su propias inseguridades se afanan en resucitar sus valentías con una pequeña victoria como sacrificio, iluminándose como focos de polideportivo mientras se empeñan en parecer estrellas, mientras aguzan las pobres y escasas armas con las que defienden sus entrañables conquistas, mientras caen presas del rastro de migas del que emergieron.
ojalá sea pronto.
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