que se contraen en un amargo gesto de pasión y miran a sus hijos con sus cansadas miradas de padres,
ofreciendo la redención que de sobra se han ganado mas nunca tuvieron,
tosiendo el humo del mismísimo infierno mientras duermen,
y una nueva cana marca cada día como el último.
No somos más que eso,
piedra,
y cemento.
Pero después de todo, vuelvo,
una vez más,
a escalar este monte ya olvidado, para recordar,
recordar lo insoportablemente humana que es nuestra fragilidad,
tan leves
que ser es ser poco, en definitiva,
o mucho para algunos,
nada para el resto.
Al final, creo, marchamos a Alaska a lo Supertramp, a morir por dentro,
y suena lejos, pero el ocaso es cada día, y ya dejamos atrás los amaneceres,
quién sabe cuántos deseos se lanzan al aire cada noche, en cada suspiro,
apenas alcanzo a contar los míos,
a pesar de que cada día los repito cual oraciones, aneladas y silentes,
-Algún día -Me miento...
Algún dia...
No hay comentarios:
Publicar un comentario