"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

14 febrero 2018

Casi veintiséis

Casi veintiséis y me pudro en vejeces. Froto mis pies enfundados en calcetines al son de un gesto de dudas, casi las tres y la cara aún más larga que cuando me levanté. Empiezo a sobrepasar en edad a mis ídolos, y me duele perder el tiempo en completar los rotos de otros. No es tan fácil decir que no a una sonrisa, quizá me alimenta demasiado su felicidad, quizá mi droga es su aceptación. Quiero salir, quiero irme. Cuanto más nado en esta pecera más estrechas me parecen sus paredes, y termino por perderme más en mi conformidad que en sus distancias.

¿Que qué quiero? Quiero una bici, y una playa, y un fin de semana, quiero amigos, y la chica que me prometa el mundo y me sonría como si fuese la primera vez que se divirtiese, quiero una deliciosa parrilla a la sombra del mayor pino y sentirme pequeño a los pies de la menor montaña. Quiero mirarte y que no entiendas mi lengua, que me hables en un idioma que no es el mío, y que nos traduzca el universo, quiero sonreír a la luz de una hoguera y morirme de frío con calor en el pecho. La música.

La música siempre encuentra el camino hacia el lugar más hondo. Yo no sé si es la melodía o la letra, el cómo se conjugan un acorde con otro, si hay un mayor o un menor, una quinta o un sostenido, me importa poco si existe un tempo, una variación, si es industrial u orgánico, si se identifica en un genero más o menos moderno o si la percusión es más o menos profunda. Simplemente hay fragmentos de pocos segundos en pistas de audio perdidas a lo largo y ancho de todo el espectro audiovisual que consiguen hacer temblar mis más profundas inseguridades. Como si todo mi yo estuviese sostenido por las frágiles y débiles patas de un insecto, y éste respondiese al estímulo perfecto parándose y casi dejando caer todo el peso que lleva a su espalda. Me caigo ahí, desvalido, vendiendo mi alma a cambio de un poco de comprensión por parte de estos fantasmas que quieren asomarse a mis oídos y decirme "somos tú, pero desde otra persona".

Olvidadme. Me llevo buscando mucho tiempo y creedme que es imposible rastrear estas huellas. A lo mejor por eso quiero una bici y una playa, a lo mejor por eso me pierdo en la música. No sé quién soy ni cómo me llamo, y tras casi veintiséis, lo único que me ha dejado claro el camino, es que cada paso te lleva más lejos de aquél que quiera encontrarte.

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