"Soy un vampiro, y tras años y años de experiencia aprendí a soportar la luz del sol, los ajos, y las estacas en el corazón."

~Jack Red

29 noviembre 2014

Auto II

Muchas veces me pregunto si de verdad es tan difícil gustar a alguien. Es una cosa tan injusta, las personas que no somos muy agraciadas no tenemos el comodín de la cara bonita para causar buenas primeras impresiones al instante, más bien tendemos a causar el efecto contrario. Nos vemos obligados por necesidad, a desarrollar nuestra personalidad de una forma que resulte agradable a la gente, pero muchas veces ser una buena persona, simpática e ingeniosa no basta. Nos condenan a pulir y embellecer nuestros interiores para suplir las carencias. 

Muchas veces la falta de belleza es pecado, y es tan injusto. La gente juzga con menos severidad a los guapos, pueden ser unos puros imbéciles desalmados, que será en verdad difícil no perdonar sus defectos. En cambio a medida que desciendes en la escala de la belleza el juicio sí se torna más severo, pues ya has dejado claro que por fuera no hay mucho donde escudarse. Buscarán dentro de ti la comodidad y no tendrán piedad si notan el guisante bajo las mantas, o si por desgracias y vicisitudes de la vida entra el frío por alguna de esas grietas que tras todos estos años es imposible no tener.

Todo esto nos hace tan susceptibles a los pequeños gestos de nuestros interlocutores. Perfeccionamos un sexto sentido que analiza cada mirada y cada palabra, cada falsedad, una suerte de intuición que nos informa sobre lo que esa persona piensa y siente, y a veces resulta tan obvio que no gustamos, que simplemente nos resignamos y aceptamos una vez más la derrota, a la sombra de las victorias de otros. Nos vamos, despacito y sin hacer ruido, para no molestar.

Todo esto me hace cuestionar cosas como la felicidad. ¿Qué es y en qué consiste? ¿Es tan importante ver lo que no se puede sentir? ¿Presumir lo que no te alimenta? A medida que uno crece, aprende a sacrificar fachadas a cambio de calor, tapices a cambio de luz, estilo a cambio de comodidad. Pero aún es sorprendente como tantos siguen asumiendo la calidad conforme al precio, y no a la inversa. Supongo que por mucho que se diga al respecto, al final lo que primero se paga es el diseño. 

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