Hay un horizonte al que he de llegar,
no importa el modo.
Pequeña, es cuestión de abandonar el miedo, y abrazar el anhelo,
tan solo húndete en la rutina, profundiza, abandónate a ella,
y cuando notes el fondo
estaremos esperándote
yo y mi puñado de risas, abrazos,
búscanos ahí abajo,
no canses tus músculos nadando hacia una superficie que no te sujeta,
ahógate en los días,
las semanas,
y respira el recuerdo, y las ganas,
de lo que viviste y lo que te espera.
Es sencillo, créeme,
he pasado tantas veces descalzo por ésa alfombra de espinas,
la distancia,
la cobardía,
envidia del pasado,
desdén hacia el presente,
ignorancia del futuro...
Mi consejo: haz un viaje hacia dentro, busca en tí los segundos,
los minutos,
las horas que echas de menos,
y vuelve a vivirlas con la ilusión que sé que guardas,
vuelve a sentirte como entonces,
como nunca has dejado de serlo: Querida.
Ríete entonces de los pocos kilómetros, que se salvarán en seguida,
y de los días, que son aún menos
y más frágiles,
y cuando despiertes de ésta ridícula pesadilla
yo estaré observándote tumbado
junto a ti,
en una cama que no será ni tuya ni mía,
sino nuestra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario